Miranda se quedó sin palabras. Su boca permaneció cerrada, pero su corazón… su corazón no mentía.Sí, todavía amaba a Arturo. Lo había intentado negar, ocultar, enterrar bajo el peso de la traición, pero el amor no se borraba, así como así. Sin embargo, una parte de ella gritaba con fuerza: ¿de qué servía amar a alguien si no podías volver a confiar en él?—Marfil… no hables más de eso, por favor —dijo al fin, su voz temblorosa, apenas un susurro.Marfil no insistió. No era el momento, no aún.Solo la abrazó, fuerte, como si quisiera sostenerla por dentro, y deseó, con todo su corazón, que algún día su amiga encontrara la paz que tanto merecía.Esa noche, aunque compartieron el mismo techo, durmieron en silencio, cada una sumida en sus propios pensamientos.Marfil sabía la respuesta a esa pregunta que Miranda se hacía: sí, aún lo amaba… pero también sabía que el amor, sin confianza, era una casa con grietas. Y aun así, deseaba con todas sus fuerzas que Miranda volviera a ser feliz.**
Ler mais