En el crucero, Marfil abrió los ojos lentamente, despertando con la suavidad de un nuevo día.Al mirar a su alrededor, encontró a Imanol mirándola con una ternura infinita.Sus ojos, llenos de amor, la envolvían en un calor que la hacía sentirse segura, protegida.—¿No has dejado de amarme? —preguntó ella, con una sonrisa tímida, pero llena de emoción.Imanol soltó una carcajada suave, como si la pregunta fuera la cosa más obvia del mundo.—¿Cómo podría? —respondió él, con una sonrisa franca y sincera—. Te amo, Marfil. No hay verdad, no hay nada que me haga dejarte. Te amo por lo que eres, por tu alma. Puedo ver en tu mirada quién eres realmente, y eso es lo que me enamora. Eres buena, eres hermosa, y nunca voy a abandonarte.Marfil, tocada por sus palabras, se abrazó con fuerza a su pecho, sintiendo cómo su amor la envolvía.—Imanol, hubiese querido haberte conocido antes —susurró ella, la tristeza asomando en sus ojos, aunque su voz era suave, casi como un suspiro.Imanol la abrazó
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