Se precipitaron hacia el interior, moviéndose con la agilidad que solo poseían los hijos del océano. Dante fue el primero en cruzar la entrada, tras él, Archer y Ermys se deslizaron como destellos azules, seguidos de cerca por Argos. Tyler y Brandon cerraron la formación, sus cuerpos cortando el agua con fuerza contenida.Apenas el último hubo pasado, Leila cerró la barrera de un golpe seco. Una de las bestias, en su ciego afán por atraparlos, impactó brutalmente contra la superficie invisible, emitiendo un rugido desgarrador, el choque fue brutal que estremeció a todo el pueblo de Marabí.Desde los escondites, los sirénidos de Marabí comenzaron a emerger, sus siluetas etéreas flotando hacia la plaza real. Bajo la luz verdosa que filtraban los corales, los reyes, que horas antes habían descendido con rostros endurecidos y lanzas listas, ahora permanecían en un silencio denso, casi reverente. La marea de hostilidad había cedido; en su lugar, un respeto forzado se impregnaba en cada bur
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