En una sola noche me convertí en una adúltera desvergonzada, soportando toda clase de críticas públicas.Mientras tanto, Jorge y Emilia eran retratados como las víctimas inocentes de mi supuesta traición.—Puedo firmar, pero con una condición —dije finalmente, tras un largo silencio.Jorge me miró brevemente, antes de asentir y pasarme el bolígrafo.Sin pensarlo, lo tomé y firmé el acuerdo de divorcio con una expresión impasible.—¿No quieres revisar el acuerdo? —preguntó Jorge, frunciendo el ceño, al ver que no lo leía.—No es necesario —me apresuré a responder, esbozando una ligera sonrisa.Ya sabía cuál era su contenido. Él prácticamente me cedía su fortuna. Me dejaba su patrimonio completo, solo por Emilia… por cumplir una deuda de gratitud.—Mañana, en cuanto tengas tiempo, iremos al registro civil.—Bien —respondí, sin titubear.Su mano, la que sostenía los papeles del divorcio, se detuvo por un instante, mientras me miraba con cierta confusión. Sin embargo, no dijo na
Leer más