Justo cuando estaba por hablar, la puerta de la habitación se abrió y Shaina entró con un ramo de flores en brazos y una caja llena de vitaminas.—Señor y señora Merino, perdonen la molestia. Vengo a visitar a la señora, de parte de los del trabajo —dijo en tono amable.Shaina llevaba tres años al lado de Andrew, y, cada vez que él hablaba de ella, era para tirarle flores.Tenía un cuerpazo, era lista, extrovertida, y entendía todo en un segundo. Varios negocios de la empresa se habían cerrado gracias a ella. Y, cualquiera que le hiciera ganar plata a la empresa, le caía bien a Andrew. Y, si a él le caía bien, yo tenía que aguantarla. Andrew apenas asintió, sin siquiera mirarla. Tenía los ojos clavados en mí, sin saber que yo estaba al corriente de que todo aquello no era más que una farsa.—Muchas gracias —dije, dándome la vuelta—. Pero ahora quiero descansar.Por un momento, pensé que Shaina se iría, pero en lugar de eso, arrastró una silla y se sentó junto a Andrew, quien emp
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