No sé en qué momento se mudó, pero mi nuevo vecino resultó ser un tipo llamado Caleb Robin.Desde que se mudó, mi casa se llenó de risas que hacía mucho no escuchaba.Veíamos películas, comíamos juntos, viajábamos… como si fuéramos amigos de toda la vida. Estar con él se sentía tan natural, me sentía muy cómoda.En las notas de su celular, él iba anotando las cosas que me gustaban y las que no.Cada vez que me venía el periodo, él, sin decir nada, me preparaba la comida con todo el cariño del mundo.En algunos momentos, me distraía tanto que hasta llegaba a confundir su sombra con la de Andrew Merino.Pero sabía que no eran iguales.Caleb era atento, cálido, y jamás perdía la paciencia con nadie.Recuerdo que alguna vez me dijo que había alguien que le gustaba.Después de una pequeña inundación en los apartamentos, me vi obligada a vivir bajo el mismo techo que él.El momento en que más se me aflojaban las lágrimas era cuando veíamos películas románticas después de cenar juntos.—¿La c
Andrew irrumpió como un tigre hambriento, empujó fuerte a Caleb y se plantó frente a mí.—Decías que no me habías engañado, ¿cierto? Entonces, ¿quién es este tipo?—Te busqué por cielo y tierra para encontrarte y tú… te vas a vivir con otro hombre.—¡Malaya, eres una perra!Caleb se puso serio. A pesar del golpe que recibió en el brazo, se paró frente a mí para protegerme.—Ella puede hacer lo que quiera con su vida. No vengas a decir idioteces, animal. ¡Vete de mi casa ahora!Andrew levantó el puño, pero Caleb lo detuvo, sujetándolo con fuerza.—¿De verdad crees que si te convences de que soy una infiel, eso te da derecho a no hacerte responsable por lo que hiciste?—¿Esa es tu solución, Andrew?—¡Eres un imbécil completo! Me mentiste durante tres años. Y en todo ese tiempo, jamás te dio nada de culpa.—Solo tenías miedo de que alguien te descubriera, de que te juzgaran, y te repetías una y otra vez que lo que hacías no era tan malo.—Eres un cobarde. ¡Un completo cobarde!—Malaya, si
Una semana después, estaba trabajando como voluntaria en un centro comercial, en una actividad para recaudar fondos para los niños del orfanato.Nunca imaginé que me encontraría con Shaina.Estaba parada a lo lejos, con los ojos hinchados de tanto llorar, sin dejar de mirarme.Cuando vio que la ignoraba, por fin se me acercó.—¿De verdad lo vas a dejar así como si nada? Él hizo tanto por ti… Después de leer el informe, ¿todavía crees que todo fue culpa suya?—Ese informe… lo pegó página por página con sus propias manos. Desde que supo que estabas enferma, cada vez que lo revisaba… lloraba como si no hubiera un mañana.Hice de cuenta que no la veía, que no la escuchaba, y bajé la cabeza para seguir organizando las cosas en la mesa.—Malaya, Andrew te necesita. Solo te pido que no dejes que me saquen de la empresa. ¡Puedo cambiarme de puesto, irme a cualquier otro lugar! Pero necesito ese dinero para mantener a mi hijo…—Sus problemas no son de mi importancia. Ustedes no tienen nada que
Volví a casa un poco antes y empecé a empacar mis cosas.Fui a la cocina, saqué los ingredientes y me puse a hacer la cena.Cuando casi estaba lista, Caleb llegó a casa.Se sentó en silencio a la mesa, observándome mientras me ocupaba con las ollas y sartenes.Le puse un plato humeante de tacos de pollo. Lo miré mientras devoraba frente a mí.Cada bocado parecía decirme lo mucho que le gustaba.—Mali, tranquila. Esa gente … ya no te va a molestar más —dijo Caleb, como si hablara del clima.Al ver que no respondía, levantó la cabeza para mirarme.—Esta será la última vez que comamos juntos.Lo miré como si nada, con una sonrisa tranquila, observando cómo comía.—Malaya, estás diciendo cosas muy raras últimamente. Pero si se pudiera… solo si se pudiera, podrías pensar en mí —dijo de repente.—¿Y esa persona que te gustaba? ¿Ya no vas a ir tras ella?Lo miré fijo, y él no apartó la mirada de la mía.—Si no hubiera dicho eso en su momento, jamás me hubieras dada algo de confianza.Los homb
Mientras regresaba a la habitación, todavía aturdida, no podía sacarme de la cabeza a Andrew Merino acariciándole el vientre a Shaina Villena.Así como tampoco me dejaba de acudir a la mente aquella vez que él se enteró de que yo estaba embarazada, y cómo se acercó con tanto cuidado para pegar la oreja a mi vientre. Los recuerdos se mezclaban sin parar, y se me arrugaba el corazón solo de pensarlo. Yo sabía que a Andrew le encantaban los niños… y siempre pensé que también me quería a mí. Pero ahora solo sentía que su amor había sido una mentira más. Las enfermeras me miraban con una mezcla de envidia y asombro.—Es la primera vez que veo a un hombre hacer esto —comentó una de ellas—. Alquiló todo el departamento de ginecología y obstetricia solo para su esposa.—Y además contrató doce enfermeras auxiliares para que la cuiden día y noche —agregó otra.—No te imaginas cómo lloró cuando se enteró de que perdió al bebé. El pobre tipo estaba destrozado, pobrecito, esperando afuera d
Justo cuando estaba por hablar, la puerta de la habitación se abrió y Shaina entró con un ramo de flores en brazos y una caja llena de vitaminas.—Señor y señora Merino, perdonen la molestia. Vengo a visitar a la señora, de parte de los del trabajo —dijo en tono amable.Shaina llevaba tres años al lado de Andrew, y, cada vez que él hablaba de ella, era para tirarle flores.Tenía un cuerpazo, era lista, extrovertida, y entendía todo en un segundo. Varios negocios de la empresa se habían cerrado gracias a ella. Y, cualquiera que le hiciera ganar plata a la empresa, le caía bien a Andrew. Y, si a él le caía bien, yo tenía que aguantarla. Andrew apenas asintió, sin siquiera mirarla. Tenía los ojos clavados en mí, sin saber que yo estaba al corriente de que todo aquello no era más que una farsa.—Muchas gracias —dije, dándome la vuelta—. Pero ahora quiero descansar.Por un momento, pensé que Shaina se iría, pero en lugar de eso, arrastró una silla y se sentó junto a Andrew, quien emp
—Señora, ¿está bien? ¿Qué le pasó? ¿Se ha pegado en algún lado?No sé en qué momento ocurrió, pero varias enfermeras ya estaban a mi alrededor. Se miraban entre ellas, calladas, intentando consolarme de alguna manera.Seguro sabían que mi esposo, Andrew, me había engañado, y que hasta se había atrevido a arrebatarme, sin piedad, la posibilidad de ser madre.Toda la tristeza que había aguantado por tanto tiempo se me vino encima. Me dejé caer en la cama y lloré sin parar por un buen rato.No sé en qué momento me venció el cansancio, pero, al abrir los ojos, solo Shaina seguía ahí, sentada junto a mi cama, con una expresión llena de burla.—Ya sabes todo, ¿no? —dijo con sorna—. Ahora llevo al hijo de Andrew. El único que tendrá.Agarró una mandarina, la peló con calma y empezó a comer, acariciándose la barriga con intención de herirme. No me quitaba la vista de encima.—¿Desde cuándo están juntos...? —le pregunté con la voz temblando de rabia, mientras apretaba los puños, clavándo
Las palabras de cortesía de Shaina sonaban amables, pero en mis oídos eran más que puro sarcasmo y una descarada provocación.Volteé la cara y, con un gesto seco, les pedí que se fueran.Andrew parecía preocupado, como si temiera que no lo creyera, por lo que, tomándome de la mano, me juró su lealtad una vez más.—Mali, en esta vida solo me casaré contigo. Solo te amo a ti.No tenía ganas de seguir escuchando sus mentiras, así que solo respondí con un «ajá», seco, sin emoción.Andrew apretó los labios, como si estuviera tomando una decisión importante, y respiró hondo antes de continuar:—Mali, esta semana hay una reunión importante en el Conglomerado Merino. Tengo que ir. Iba a ser hoy, pero como te desmayaste, la moví para mañana. Te juro que esta vez tendré el teléfono encendido. Si despiertas y me necesitas, llámame… No importa la hora que sea. ¡Estaré listo para lo que necesites! No me quitaba los ojos de encima, como si quisiera leerme el alma. Y yo no sabía si lo hacía p