El fuego en la chimenea crepitaba suavemente, proyectando sombras danzantes en las paredes de la cabaña. El aire aún estaba impregnado del olor a sexo, a sudor y a algo más profundo… algo que ni Aitana ni Iván se atrevían a nombrar todavía.Ella yacía sobre la mesa de madera, su cuerpo aún vibrando con el eco del placer. Su pecho subía y bajaba lentamente mientras intentaba recuperar el aliento. Iván, todavía dentro de ella, apoyó la frente en su cuello, respirando contra su piel.El mundo allá afuera seguía siendo un caos, pero en ese momento solo existían ellos dos.Aitana deslizó los dedos por la espalda de Iván, trazando suavemente las líneas de sus músculos tensos. Sentía su piel cálida y húmeda bajo sus yemas, pero también la cicatriz que recorría su hombro.—¿Cómo te la hiciste? —susurró, sin poder evitar la pregunta.Iván exhaló con fuerza y, tras unos segundos de silencio, se incorporó ligeramente, sosteniéndose sobre sus antebrazos. Sus ojos oscuros la estudiaron con una int
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