El aire de la sala parecía volverse denso con cada palabra que Natalia pronunciaba. Victoria y Esteban intercambiaron miradas, pero ninguno de los dos se atrevió a hablar de inmediato. El silencio, pesado y cargado de tensión, se instaló entre ellos, mientras Natalia permanecía de pie, firme y decidida, observándolos como una cazadora que no tenía la más mínima intención de ceder terreno.Esteban, por fin, rompió el silencio. Su voz, aunque firme, no podía ocultar una pequeña fisura de duda.-¿Qué es lo que crees que sabes, Natalia? -preguntó, su tono más bajo, casi cauteloso. Natalia percibió el cambio en su actitud. Lo que antes era una seguridad absoluta ahora comenzaba a tambalear, aunque lo hacía con una fachada de calma.Sabía que tenía su atención.-Sé lo suficiente como para entender que toda mi vida ha sido una mentira. Sé que mi padre, el hombre que creí que había muerto hace años, sigue vivo. Y también sé que tú, Victoria, eres parte de esa mentira.Victoria se tensó de inm
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