"Se fue, en el Ferrari", me dice María, la cual me mira con una sonrisa. "¿Quieres beber algo?", me pregunta. "Mmm, está bien, llévalo a mi despacho". "Isabela tiene razón, no puedo esconderme por un simple rechazo, aparte, esto es solo un capricho", me digo a mí misma, aunque mi yo interno se ríe a carcajadas. Iré al paseo y me despediré de esa locura, y lo mejor será que me vaya al Himalaya otra vez, me hará bien un tiempo para reflexionar. "Hola, así que saliste del claustro, que bueno verte nuevamente fuera de esa cueva tan fea", Estefan se encuentra sentado en mi escritorio, escribiendo en su laptop, seguramente se ha estado encargando de las reuniones y actividades que dejé a medias. "¿Te sientes mejor?" "No me sentía mal, solo necesitaba pensar un poco en lo que haré próximamente", le respondo. "N
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