NicolaFueron solo minutos los que pasaron desde que salimos de la mansión hasta que llegamos a esa pequeña casa en medio de la nada, pero para mí se sintió como si hubieran pasado horas.Cada segundo de esa agonizante espera, escuchando el débil sonido de la respiración de mi padre en el asiento trasero.Valentina iba al volante, su mirada fija en la carretera, mientras yo me debatía entre el odio, la frustración y una creciente confusión.Bianca estaba a salvo, o eso me había dicho, pero mi padre..., el hombre que, a pesar de todo, era mi vida entera, estaba colgando de un hilo en la parte trasera del auto. Cada gemido que salía de su boca inconsciente me desgarraba por dentro, mientras me recordaba que no podía perderlo.El cielo comenzaba a teñirse de un gris mortecino, el amanecer aún estaba lejos, pero la oscuridad ya empezaba a retroceder. El paisaje a nuestro alrededor se desvanecía en sombras, nada más que un desierto interminable, hasta que, una pequeña casa apareció de la n
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