ValentinaShadow se había ido hacía unos minutos, dejándome sola con mis pensamientos, y no pude evitar sentir el alivio al no tener que lidiar más con su insistencia, al menos por un rato.Me giré sintiendo que alguien había entrado en la cocina y los ví: Nicola, Lorenzo y Bianca.Podía sentir sus miradas clavadas en mí, pero la peor de todas fue la de Bianca. Sabía que este momento llegaría, que tendría que enfrentar lo inevitable. Pero eso no hacía las cosas más fáciles.Bianca intentó correr hacia mí en cuanto me vio, pero Lorenzo la detuvo, agarrándola con fuerza.—No puedo creerlo, —dijo Lorenzo en un susurro, la sorpresa e incredulidad en su voz. —Valentina... —sus ojos se movían entre mí y Nicola, como si estuviera tratando de encajar las piezas en un rompecabezas.—Suéltala, —gruñí, manteniendo mi tono bajo.Lorenzo no cedió. Podía ver el brillo de la duda en sus ojos, pero también la resolución de no dejar que Bianca se acercara a mí.—Déjame ir con mi amiga, —insistió Bianc
NicolaValentina acababa de salir de la casa y mi instinto me gritaba que la siguiera.No podía soportar tenerla lejos, no después de todo lo que había pasado. Pero al mismo tiempo, el peso de todo lo que ella había hecho seguía doliendo en mi pecho.Lorenzo caminaba de un lado a otro, inquieto, con una tensión que me recordaba a un león enjaulado. Finalmente, rompió el silencio.—Nicola, tenemos que irnos de aquí, —dijo con la voz baja, urgente, como si temiera que hasta las paredes estuvieran escuchando.Lo miré de reojo, la ansiedad carcomiéndome por dentro, pero manteniendo la compostura.No iba a moverme. No podía.—No, —respondí con firmeza, manteniéndome en mi sitio. —Ella tiene razón, aquí estamos más seguros.Sentí la mirada de Bianca clavarse en mí. La rabia y el dolor en su expresión eran innegables, su resentimiento hacia Valentina quemaba el aire.—Ella es una traidora de mierda, —murmuró mi hermana con veneno en la voz, y esas palabras me atravesaron como un cuchillo.Bi
NicolaLa daga se deslizó en el aire, rozando mi rostro antes de clavarse en la pared detrás de mí.Sentí el calor emanando de un pequeño corte en mi oreja, y mi mano voló a mi cabeza.Sangre. Maldita sea, me había cortado.Mi cuerpo se movió antes de que pudiera pensarlo, y avancé en dos zancadas, cerrando el espacio entre nosotros. Mi mano se alzó para tomarla del cuello, girándola con fuerza y apretándola contra la pared.El calor que siempre sentía por ella explotó en mis venas. Mi rostro se acercó peligrosamente al suyo, mi respiración chocando contra sus labios. La furia me envolvía, pero había algo más.Algo que siempre había estado allí, algo que no podía controlar estando cerca de ella.Deseo.—Te he visto hoy, —gruñí con voz grave, haciendo énfasis en cada palabra mientras la mantenía atrapada. —Sé que eres mortal. Y tuviste varias oportunidades para matarme. —Mi frente rozó la suya, nuestros cuerpos casi temblando por la tensión. —No aprovechaste ninguna.Valentina se movió
ValentinaEstábamos en la habitación donde teníamos a Vittorio.Nicola estaba del otro lado de la sala, con los brazos cruzados sobre el pecho, sus ojos clavados en su padre.No podía estar cerca de él, no hasta que supiera toda la verdad. Vittorio era una pieza clave en todo esto, pero… ¿qué haría si él fue quien mandó matar a mis padres?La rabia se encendía en mi pecho solo de pensarlo, pero otra emoción más complicada se entrelazaba con ella. Una emoción que tenía nombre y una voz que resonaba en mi mente: Nicola.Mierda. ¿Cómo había llegado hasta aquí?Tuve muchas oportunidades de matarlo y no lo hice. Ni una sola vez.Me había confesado que me amaba, y había buscado desesperadamente en su mirada algo que me dijera que estaba mintiendo. Una excusa para no creerle.Pero no la encontré. No había ni rastro de falsedad en sus palabras, en el brillo de sus ojos cuando las dijo. Allí estaba la verdad, tan clara que me dolía.Lo miré por un momento, y él me devolvió la mirada. Fue solo
NicolaConduje a través de la ciudad, el movimiento del día apenas comenzando a nuestro alrededor mientras Bianca sostenía la mano de nuestro padre en el asiento trasero.Estaba estresado por haber dejado a Valentina y a Shadow atados en la casa, realmente había sido necesario. Necesitaba buscar las respuestas que mi principessa necesitaba antes de que intentara matar a mi padre de nuevo.Luego mandaría a uno de mis hombres para que los liberaran, primero pondría a salvo a mi padre y hermana.El lugar al que íbamos no era más que una casa anónima, camuflada para parecer una residencia cualquiera. Sin embargo, en su interior contaba con un equipo médico especializado, listo para cualquier emergencia que pudiera surgir en nuestros “negocios”.Y hoy, serviría para mantener a mi padre con vida.Cuando llegamos, estacioné el auto en la parte trasera de la casa. Lorenzo y yo bajamos de inmediato para sacar a mi padre y llevarlo adentro.Bianca seguía sujetando su mano, pero su mirada se des
ValentinaEl frío de la sala se sentía aún más penetrante con mis manos atadas detrás de la espalda y las piernas adormecidas de estar en la misma posición por tanto tiempo.Mi cuerpo estaba rígido, el dolor punzante en mis muñecas me decía que llevaba horas allí, inmovilizada. A mi lado, el hombre vestido de Shadow se retorcía de vez en cuando, intentando liberarse.Sentí la furia arder en mi interior. Todo esto había sido idea suya, de Shadow, y no me lo podía sacar de la cabeza.Me había prometido lealtad, nunca me había fallado. Pero allí estaba, dejándome a mi suerte, jugando vaya uno a saber a qué mierda.—Maldito seas, —murmuré entre dientes, apenas un susurro para mí misma.Me revolví en la silla, sintiendo la fricción de las cuerdas rozándome la piel. No era la primera vez que estaba en una situación así, aunque nunca antes había sido traicionada por mi propio compañero.Tragué saliva con fuerza y recordé la pequeña navaja que siempre llevaba oculta en la manga de mi chaqueta
NicolaSentí que el aire me abandonaba por un segundo.Entonces, no se trataba solo de la muerte de mi madre. Había más. Carlo Mancini había representado una amenaza para ciertas personas.Y si la Camorra estaba involucrada, eso significaba que el peligro no había pasado.La investigación de mi padre había comenzado como una búsqueda de un culpable, pero terminó descubriendo algo mucho más peligroso.La tragedia de los Mancini… no había sido una simple coincidencia, sino algo calculado, un plan para asegurarse de que no hubiera testigos ni bocas que pudieran hablar. Y los que estaban detrás eran ellos, la Camorra.Mis manos temblaron al volver a leer la nota. Mi padre había descubierto que Nora no era la culpable de la muerte de nuestra madre, así que estaba seguro de que él no hizo nada, pero ya era demasiado tarde para detener lo que había empezado desde el otro lado.Me levanté de la silla nervioso, cerrando la carpeta de golpe y comencé a caminar por la oficina.Lorenzo me miraba
NicolaMe giré justo a tiempo para ver a Shadow tambalearse, llevándose una mano al costado mientras caía al suelo con una mueca de dolor.Jadeaba, intentando ponerse en pie, pero la herida lo mantenía clavado al suelo.—Maldita… —murmuró él, sus ojos oscuros llenos de furia.Su mirada alternaba entre Valentina y yo, con una intensidad que solo podría pertenecer a alguien que ha pasado toda su vida planeando una venganza.—Si alguien va a matarlo, —dijo Valentina, con la voz gélida y el arma aún apuntando hacia él, —seré yo.Ella avanzó unos pasos, y gruñó mientras ayudaba a Shadow a ponerse en pie, sus manos bajo el brazo de él.—Eso es por atarme, maldito imbécil, —le gruñó Valentina entre dientes mientras le daba un empujón para ayudarlo a caminar.Mis ojos se movieron de Shadow, o Lorenzo, o quien demonios fuera, hacia el Lorenzo que estaba de pie detrás de mí, su expresión de incredulidad reflejando la mía.Era como si estuviera viendo doble, como si alguien me estuviera jugando