NicolaConduje a través de la ciudad, el movimiento del día apenas comenzando a nuestro alrededor mientras Bianca sostenía la mano de nuestro padre en el asiento trasero.Estaba estresado por haber dejado a Valentina y a Shadow atados en la casa, realmente había sido necesario. Necesitaba buscar las respuestas que mi principessa necesitaba antes de que intentara matar a mi padre de nuevo.Luego mandaría a uno de mis hombres para que los liberaran, primero pondría a salvo a mi padre y hermana.El lugar al que íbamos no era más que una casa anónima, camuflada para parecer una residencia cualquiera. Sin embargo, en su interior contaba con un equipo médico especializado, listo para cualquier emergencia que pudiera surgir en nuestros “negocios”.Y hoy, serviría para mantener a mi padre con vida.Cuando llegamos, estacioné el auto en la parte trasera de la casa. Lorenzo y yo bajamos de inmediato para sacar a mi padre y llevarlo adentro.Bianca seguía sujetando su mano, pero su mirada se des
ValentinaEl frío de la sala se sentía aún más penetrante con mis manos atadas detrás de la espalda y las piernas adormecidas de estar en la misma posición por tanto tiempo.Mi cuerpo estaba rígido, el dolor punzante en mis muñecas me decía que llevaba horas allí, inmovilizada. A mi lado, el hombre vestido de Shadow se retorcía de vez en cuando, intentando liberarse.Sentí la furia arder en mi interior. Todo esto había sido idea suya, de Shadow, y no me lo podía sacar de la cabeza.Me había prometido lealtad, nunca me había fallado. Pero allí estaba, dejándome a mi suerte, jugando vaya uno a saber a qué mierda.—Maldito seas, —murmuré entre dientes, apenas un susurro para mí misma.Me revolví en la silla, sintiendo la fricción de las cuerdas rozándome la piel. No era la primera vez que estaba en una situación así, aunque nunca antes había sido traicionada por mi propio compañero.Tragué saliva con fuerza y recordé la pequeña navaja que siempre llevaba oculta en la manga de mi chaqueta
NicolaSentí que el aire me abandonaba por un segundo.Entonces, no se trataba solo de la muerte de mi madre. Había más. Carlo Mancini había representado una amenaza para ciertas personas.Y si la Camorra estaba involucrada, eso significaba que el peligro no había pasado.La investigación de mi padre había comenzado como una búsqueda de un culpable, pero terminó descubriendo algo mucho más peligroso.La tragedia de los Mancini… no había sido una simple coincidencia, sino algo calculado, un plan para asegurarse de que no hubiera testigos ni bocas que pudieran hablar. Y los que estaban detrás eran ellos, la Camorra.Mis manos temblaron al volver a leer la nota. Mi padre había descubierto que Nora no era la culpable de la muerte de nuestra madre, así que estaba seguro de que él no hizo nada, pero ya era demasiado tarde para detener lo que había empezado desde el otro lado.Me levanté de la silla nervioso, cerrando la carpeta de golpe y comencé a caminar por la oficina.Lorenzo me miraba
NicolaMe giré justo a tiempo para ver a Shadow tambalearse, llevándose una mano al costado mientras caía al suelo con una mueca de dolor.Jadeaba, intentando ponerse en pie, pero la herida lo mantenía clavado al suelo.—Maldita… —murmuró él, sus ojos oscuros llenos de furia.Su mirada alternaba entre Valentina y yo, con una intensidad que solo podría pertenecer a alguien que ha pasado toda su vida planeando una venganza.—Si alguien va a matarlo, —dijo Valentina, con la voz gélida y el arma aún apuntando hacia él, —seré yo.Ella avanzó unos pasos, y gruñó mientras ayudaba a Shadow a ponerse en pie, sus manos bajo el brazo de él.—Eso es por atarme, maldito imbécil, —le gruñó Valentina entre dientes mientras le daba un empujón para ayudarlo a caminar.Mis ojos se movieron de Shadow, o Lorenzo, o quien demonios fuera, hacia el Lorenzo que estaba de pie detrás de mí, su expresión de incredulidad reflejando la mía.Era como si estuviera viendo doble, como si alguien me estuviera jugando
NicolaTodos salimos del auto en silencio, Lorenzo estaba ayudando a Shadow a salir del vehículo, pero él se resistía, murmurando algo entre dientes mientras intentaba apartar a su gemelo.Lorenzo, con paciencia que pocas veces le había visto, simplemente lo agarró del brazo y lo guió hacia las escaleras.—Lo curaré, —dijo mirando a Valentina.Vi a Shadow fulminarlo con la mirada, pero Lorenzo no aflojó su agarre.Valentina caminó hacia mí, y me extendió un teléfono viejo y pequeño.—Llama a Bianca y dile que se muevan, —me ordenó. —Después destruye el teléfono.La miré un segundo, contemplando todo lo que habíamos pasado hasta este momento.Valentina, la mujer que había jurado destruirme, estaba ahora en este punto intermedio, entre traición y lealtad, entre odio y... algo que no queríamos nombrar, aunque nos estuviéramos muriendo de ganas.Asentí en silencio y me alejé unos pasos, marcando el número de Bianca con los dedos temblorosos, esperando que contestara.Al segundo tono, su v
ValentinaSentía la presión de su cuerpo sobre el mío, un peso que no era opresivo, sino necesario.Sus labios recorrieron mi cuerpo con devoción, hasta llegar a ese punto que me volvía loca. Los movimientos de sus labios, su lengua saboreando mi entrada y estimulándome me hacían perder el control.Había olvidado todo; la traición, el dolor, solo estábamos él y yo, y esta emoción que nos consumía hasta perdernos.Subió lentamente hasta que sus labios atraparon a los míos en un beso desesperado y hambriento. Nos besábamos como si cada segundo en que nuestros labios no estuvieran unidos fuera una oportunidad perdida.Sus manos, grandes y fuertes, me sostuvieron, enredándose en mi cabello y presionándome contra él con una necesidad que no podía disimular.Por un instante, nuestras miradas se encontraron, y en sus ojos vi algo más allá de la lujuria y el deseo.Había una mezcla de rabia, alivio y, en lo más profundo, una desesperación y amor que me hizo estremecer.—Maldita sea, Valentina
NicolaLa miré, mi mano aún descansando en la curva de su cuello, donde la presión había hecho efecto.Valentina dormía profundamente, su respiración suave y acompasada.No era la primera vez que la veía así, pero esta vez era distinto. Esta vez, yo había sido quien la dejó inconsciente.Suspiré, sintiendo el peso de la culpa en mi pecho. No era justo lo que le había hecho, no cuando ella, por fin, me había mostrado algo de confianza.Pero no tenía otra opción.Necesitaba respuestas, y no podía arriesgarme a que Valentina estuviera consciente para detener lo que venía.Me arrodillé junto a la cama y acomodé su cuerpo con cuidado debajo de las sábanas, acomodando su cabeza sobre la almohada.Me puse de pie y me giré, buscando mi ropa en el suelo. La recogí y me la puse rápido, evitando pensar en las sensaciones de culpa y remordimiento que me revolvía el estómago.Terminé de vestirme, sacudí los hombros y me dirigí hacia la puerta de la habitación sin mirar atrás.Caminé en silencio po
Nicola—No hablas porque piensas que vas a ganar tiempo, —le dije, tomando aire y obligándome a mantener la calma. —Pero te aseguro, Shadow, que no hay nada que Alessandro pueda ofrecerte que te salve de lo que va a pasar aquí.No hubo respuesta. Solo silencio, y un leve temblor en su mano, pero suficiente para que yo supiera que estaba resistiendo todo lo que podía.La obstinación en sus ojos me hizo apretar aún más, forzándolo a enfrentarse a la realidad de la situación.Pero él no cedió, ni siquiera cuando el dolor se volvió evidente en su expresión.Me aparté un momento, soltando las pinzas que seguían apretando su dedo.Sabía que tenía que seguir con esto, que había formas de quebrarlo si tenía la paciencia suficiente. Pero no tenía tiempo; Valentina despertaría en cualquier momento, o Lorenzo volvería.—Si no hablas, haré que cada segundo en esta silla sea lo peor de tu vida.Shadow soltó un leve gruñido, pero mantuvo el silencio, mirando hacia otro lado, como si ignorarme fuera