NicolaFueron solo minutos los que pasaron desde que salimos de la mansión hasta que llegamos a esa pequeña casa en medio de la nada, pero para mí se sintió como si hubieran pasado horas.Cada segundo de esa agonizante espera, escuchando el débil sonido de la respiración de mi padre en el asiento trasero.Valentina iba al volante, su mirada fija en la carretera, mientras yo me debatía entre el odio, la frustración y una creciente confusión.Bianca estaba a salvo, o eso me había dicho, pero mi padre..., el hombre que, a pesar de todo, era mi vida entera, estaba colgando de un hilo en la parte trasera del auto. Cada gemido que salía de su boca inconsciente me desgarraba por dentro, mientras me recordaba que no podía perderlo.El cielo comenzaba a teñirse de un gris mortecino, el amanecer aún estaba lejos, pero la oscuridad ya empezaba a retroceder. El paisaje a nuestro alrededor se desvanecía en sombras, nada más que un desierto interminable, hasta que, una pequeña casa apareció de la n
ValentinaEl vapor salía de la tetera mientras vertía el agua caliente en la taza. El aroma del té de hierbas llenó mis pulmones, pero mis pensamientos estaban a kilómetros de allí.Shadow estaba a mi lado, apoyado contra la pared, sus ojos observándome con esa atención que parecía verme hasta el alma.Siempre estaba ahí, siempre vigilando, siempre dispuesto. Sabía que lo hacía por mí. Desde el principio habíamos sido un equipo, dos piezas del mismo rompecabezas oscuro y retorcido.Tomé la taza en mis manos, sintiendo el calor contra mis palmas mientras los recuerdos me envolvían.Renzo y yo, mucho antes de ser quienes éramos ahora, mucho antes de ser Shadow y la Pantera.Éramos niños.Un par de almas perdidas que, por circunstancias fuera de nuestro control, habíamos sido lanzados a este mundo brutal.Ambos con potencial y una habilidad para aprender lo que otros niños ni siquiera podrían imaginar.Desde el primer momento en que lo vi, supe que había algo en él. Su enfoque, su silenc
ValentinaShadow se había ido hacía unos minutos, dejándome sola con mis pensamientos, y no pude evitar sentir el alivio al no tener que lidiar más con su insistencia, al menos por un rato.Me giré sintiendo que alguien había entrado en la cocina y los ví: Nicola, Lorenzo y Bianca.Podía sentir sus miradas clavadas en mí, pero la peor de todas fue la de Bianca. Sabía que este momento llegaría, que tendría que enfrentar lo inevitable. Pero eso no hacía las cosas más fáciles.Bianca intentó correr hacia mí en cuanto me vio, pero Lorenzo la detuvo, agarrándola con fuerza.—No puedo creerlo, —dijo Lorenzo en un susurro, la sorpresa e incredulidad en su voz. —Valentina... —sus ojos se movían entre mí y Nicola, como si estuviera tratando de encajar las piezas en un rompecabezas.—Suéltala, —gruñí, manteniendo mi tono bajo.Lorenzo no cedió. Podía ver el brillo de la duda en sus ojos, pero también la resolución de no dejar que Bianca se acercara a mí.—Déjame ir con mi amiga, —insistió Bianc
NicolaValentina acababa de salir de la casa y mi instinto me gritaba que la siguiera.No podía soportar tenerla lejos, no después de todo lo que había pasado. Pero al mismo tiempo, el peso de todo lo que ella había hecho seguía doliendo en mi pecho.Lorenzo caminaba de un lado a otro, inquieto, con una tensión que me recordaba a un león enjaulado. Finalmente, rompió el silencio.—Nicola, tenemos que irnos de aquí, —dijo con la voz baja, urgente, como si temiera que hasta las paredes estuvieran escuchando.Lo miré de reojo, la ansiedad carcomiéndome por dentro, pero manteniendo la compostura.No iba a moverme. No podía.—No, —respondí con firmeza, manteniéndome en mi sitio. —Ella tiene razón, aquí estamos más seguros.Sentí la mirada de Bianca clavarse en mí. La rabia y el dolor en su expresión eran innegables, su resentimiento hacia Valentina quemaba el aire.—Ella es una traidora de mierda, —murmuró mi hermana con veneno en la voz, y esas palabras me atravesaron como un cuchillo.Bi
NicolaLa daga se deslizó en el aire, rozando mi rostro antes de clavarse en la pared detrás de mí.Sentí el calor emanando de un pequeño corte en mi oreja, y mi mano voló a mi cabeza.Sangre. Maldita sea, me había cortado.Mi cuerpo se movió antes de que pudiera pensarlo, y avancé en dos zancadas, cerrando el espacio entre nosotros. Mi mano se alzó para tomarla del cuello, girándola con fuerza y apretándola contra la pared.El calor que siempre sentía por ella explotó en mis venas. Mi rostro se acercó peligrosamente al suyo, mi respiración chocando contra sus labios. La furia me envolvía, pero había algo más.Algo que siempre había estado allí, algo que no podía controlar estando cerca de ella.Deseo.—Te he visto hoy, —gruñí con voz grave, haciendo énfasis en cada palabra mientras la mantenía atrapada. —Sé que eres mortal. Y tuviste varias oportunidades para matarme. —Mi frente rozó la suya, nuestros cuerpos casi temblando por la tensión. —No aprovechaste ninguna.Valentina se movió
ValentinaEstábamos en la habitación donde teníamos a Vittorio.Nicola estaba del otro lado de la sala, con los brazos cruzados sobre el pecho, sus ojos clavados en su padre.No podía estar cerca de él, no hasta que supiera toda la verdad. Vittorio era una pieza clave en todo esto, pero… ¿qué haría si él fue quien mandó matar a mis padres?La rabia se encendía en mi pecho solo de pensarlo, pero otra emoción más complicada se entrelazaba con ella. Una emoción que tenía nombre y una voz que resonaba en mi mente: Nicola.Mierda. ¿Cómo había llegado hasta aquí?Tuve muchas oportunidades de matarlo y no lo hice. Ni una sola vez.Me había confesado que me amaba, y había buscado desesperadamente en su mirada algo que me dijera que estaba mintiendo. Una excusa para no creerle.Pero no la encontré. No había ni rastro de falsedad en sus palabras, en el brillo de sus ojos cuando las dijo. Allí estaba la verdad, tan clara que me dolía.Lo miré por un momento, y él me devolvió la mirada. Fue solo
NicolaConduje a través de la ciudad, el movimiento del día apenas comenzando a nuestro alrededor mientras Bianca sostenía la mano de nuestro padre en el asiento trasero.Estaba estresado por haber dejado a Valentina y a Shadow atados en la casa, realmente había sido necesario. Necesitaba buscar las respuestas que mi principessa necesitaba antes de que intentara matar a mi padre de nuevo.Luego mandaría a uno de mis hombres para que los liberaran, primero pondría a salvo a mi padre y hermana.El lugar al que íbamos no era más que una casa anónima, camuflada para parecer una residencia cualquiera. Sin embargo, en su interior contaba con un equipo médico especializado, listo para cualquier emergencia que pudiera surgir en nuestros “negocios”.Y hoy, serviría para mantener a mi padre con vida.Cuando llegamos, estacioné el auto en la parte trasera de la casa. Lorenzo y yo bajamos de inmediato para sacar a mi padre y llevarlo adentro.Bianca seguía sujetando su mano, pero su mirada se des
ValentinaEl frío de la sala se sentía aún más penetrante con mis manos atadas detrás de la espalda y las piernas adormecidas de estar en la misma posición por tanto tiempo.Mi cuerpo estaba rígido, el dolor punzante en mis muñecas me decía que llevaba horas allí, inmovilizada. A mi lado, el hombre vestido de Shadow se retorcía de vez en cuando, intentando liberarse.Sentí la furia arder en mi interior. Todo esto había sido idea suya, de Shadow, y no me lo podía sacar de la cabeza.Me había prometido lealtad, nunca me había fallado. Pero allí estaba, dejándome a mi suerte, jugando vaya uno a saber a qué mierda.—Maldito seas, —murmuré entre dientes, apenas un susurro para mí misma.Me revolví en la silla, sintiendo la fricción de las cuerdas rozándome la piel. No era la primera vez que estaba en una situación así, aunque nunca antes había sido traicionada por mi propio compañero.Tragué saliva con fuerza y recordé la pequeña navaja que siempre llevaba oculta en la manga de mi chaqueta