Nicolás Esto era una tortura, podía oírla gimotear del otro lado de la puerta mientras lloraba, sabiendo que yo era la causa de su llanto. No tire la puerta, por qué sospechaba que ella estaría recargada del otro lado. -Sarah por favor, abre la puerta, hablemos- la llame una y otra vez sin obtener una respuesta de su lado, me sentía desesperado y no había otra manera de entrar ahí. No tuve opción, más que esperar y esperar, hasta que el llanto paró finalmente, siendo sustituido por una respiración lenta y constante, se había quedado dormida. No quise irme y dejarla ahí, esperaría a que saliera del cuarto de baño, tal vez un par de horas, tal vez un par de días, no me importaba la esperaría. Quería pedirle perdón, aunque sabía que no podría. Cómo decirle a alguien que la razón por la que me resistía era por miedo, miedo al rechazo, miedo a perderla, miedo a no ser digno de ella.Era un completo imbecil, tanto me había resistido a no ser el hombro en el que habría de llorar
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