No había cambiado en absoluto, seguía creyendo que podía asustarla con ese tipo de amenazas.Si hubiera tenido la delicadeza de hablarle con cariño, tal vez... pero no este era el caso.Santiago no tenía más opciones. Aunque sabía que no era lo correcto, primero quería que ella regresara y luego ya verían que hacer.Después de unos cuantos segundos de silencio, Julia respondió con tranquilidad:—Sabes desgraciado, haz lo que quieras. A partir de ahora no contestaré ninguna llamada de los Rivera, así que no pierdas el tiempo.Julia colgó enseguida, enfureciendo a Santiago que lanzó el celular por la ventana.—Mi teléfono...Karina extendió la mano en completo silencio, con el rostro arrugado de preocupación. ¡Era su celular! El temperamento del señor era demasiado explosivo, no era de extrañar que la señora se hubiera marchado sin decir nada.Santiago, recuperando la compostura, tosió impaciente:—No te afanes, mañana Tomás te traerá uno nuevo.Solo entonces Karina sonrió aliviada.—Gra
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