Ethan observó a Ava mientras la risa de los niños seguía llenando la habitación. Los pequeños corrían y jugaban alrededor, con la energía inagotable que caracteriza a los niños, pero sus risas no lograban desviar por completo su atención. Aunque Ava sonreía, un brillo de cansancio nublaba sus ojos, con un peso invisible que él conocía bien. Era un cansancio profundo, que no venía solo de los días largos, sino de las emociones no procesadas, de las preocupaciones que se acumulaban con el tiempo. Ethan lo notaba, y aunque no quería presionarla, sentía una necesidad imperiosa de hacerle saber que él estaba allí, que la entendía, que no estaba sola.Decidió no decir nada en ese momento. En lugar de eso, se acercó a ella, como si buscara transmitirle consuelo con su cercanía. Apoyó una mano en su hombro con suavidad, y ella, sin girar hacia él, solo inclinó ligeramente la cabeza, reconociendo el gesto sin palabras. La mirada de Ethan recorrió su rostro, y aunque su sonrisa se mantenía en s
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