La mansión de los Sinisterra tenía un ambiente enrarecido. Entre sonrisas falsas y palabras cargadas de hipocresía, la diferencia entre Alanna y Allison se volvía cada vez más evidente.Leonardo lo había notado desde el primer día.Aparentemente, la familia mostraba una cortesía igualitaria entre ambas, pero había algo podrido en la forma en que trataban a Alanna.Estaba en los pequeños gestos, en los comentarios apenas perceptibles, en la manera en que cada vez que Allison se victimizaba, la balanza se inclinaba a su favor.Ese día, la familia estaba reunida en la sala principal.—Alanna, querida —dijo su madre, con su tono siempre condescendiente—, ¿te importaría ayudar a Allison a elegir su vestido para la gala de esta noche? Seguro que tu buen gusto le será de ayuda.Allison, sentada con la espalda recta y una sonrisa triunfal, fingió humildad.—Oh, no quiero molestar a Alanna, mamá. Sé que está ocupada.La señora Sinisterra le tomó la mano con dulzura.—Pero, cariño, esta gala es
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