Leonardo se puso de pie con calma, pero cada movimiento suyo irradiaba poder. Con una elegancia natural, se hizo al lado de Alanna, como si su presencia a su lado fuera innegociable.—Mi casa matrimonial aún está en construcción —anunció con frialdad—. Hasta que esté lista, me quedaré aquí.El silencio se apoderó de la sala. La señora Sinisterra ocultó su nerviosismo tras una sonrisa forzada, mientras su esposo fruncía levemente el ceño, meditando las implicaciones de aquellas palabras. Allison, por su parte, se irguió con emoción mal disimulada, como si aquella noticia fuera un giro inesperado que podría jugar a su favor.Miguel, en cambio, sintió una punzada de desagrado en el pecho. La sola idea de que Leonardo compartiera el mismo techo con ellos lo inquietaba profundamente, aunque lo disfrazó con una sonrisa sarcástica.—Las habitaciones de huéspedes no son precisamente lujosas —comentó con fingida cortesía—. Dudo que sean adecuadas para alguien tan ilustre e importante como tú.
Desde que Leonardo y Esteban se mudaron aquí, toda la casa se ha visto envuelta constantemente en una atmósfera tensa. Las visitas de Nathaniel parecían ser un pequeño respiro para Alanna. Con él, podía hablar sin la constante sensación de que cada palabra sería usada en su contra.Pero no todos estaban conformes con esa relación. Miguel observaba con creciente irritación cómo Nathaniel llegaba una y otra vez, ignorando el hecho de que Alanna estaba comprometida. La situación se volvió insoportable cuando también notó la forma en que Esteban la buscaba con frecuencia, como si aún tuviera algún derecho sobre ella.Para Miguel, todo esto era inaceptable. Alanna, con su actitud indiferente, parecía no darse cuenta del escándalo que esto podía provocar. Sus interacciones con Nathaniel y Esteban no solo dañaban la imagen de la familia, sino que también demostraban una falta de respeto hacia el compromiso que ahora tenía con Leonardo.El sol comenzaba a ocultarse tras los altos muros de la
Desde las sombras del pasillo, Leonardo observó cada gesto, cada palabra entre Alanna y Miguel. No le sorprendía la arrogancia de Miguel, pero la frialdad de Alanna… eso sí llamó su atención. Era fuerte, más de lo que había imaginado, y ese desafío silencioso que destilaba le resultaba incluso intrigante.La mansión estaba envuelta en un silencio sepulcral cuando Alanna subió las escaleras rumbo a su habitación. El aire denso y cargado de tensión la hacía sentir como si cada paso la llevara directamente a la boca de un lobo. No le sorprendió escuchar pasos tras ella. No tenía que voltear para saber que era él.Leonardo.Se detuvo justo al llegar a la puerta, sintiendo la presencia inconfundible de aquel hombre tan cerca que su piel se erizó involuntariamente. No quería darle la satisfacción de mostrarse inquieta, así que respiró hondo y abrió la puerta con total calma.Pero antes de que pudiera cruzar el umbral, una mano fuerte se posó en la madera, cerrándola de golpe.Alanna se giró
El amanecer llegó, pero para Alanna la noche había sido eterna. Apenas había cerrado los ojos tras la pesadilla. El eco de la voz de Leonardo aún resonaba en su mente, y su cuerpo temblaba con cada recuerdo de su mirada fría y dominante.Bajó a desayunar con el rostro impasible, como si nada la perturbara. Sin embargo, al cruzar el umbral del comedor, su cuerpo se tensó al instante.Leonardo ya estaba allí.Sentado en la cabecera de la mesa con la actitud de un rey en su trono, bebía su café con la misma indiferencia de siempre, como si ya considerara esa casa su territorio.Miguel y los Sinisterra también estaban presentes, pero reinaba un silencio incómodo. Era evidente que la presencia de Leonardo no era bien recibida, pero nadie se atrevía a desafiarlo.—Buenos días —dijo Alanna con frialdad, tomando asiento.Leonardo alzó la mirada y la recorrió lentamente, como si analizara cada centímetro de su rostro. Su expresión no revelaba nada, pero sus ojos oscuros parecían penetrar su al
Allison no soportaba ver a Alanna con esa actitud orgullosa, como si nada ni nadie pudiera tocarla. Como si su compromiso con Leonardo le hubiera dado una armadura indestructible. Era insoportable.Pero Allison no era una tonta. Sabía que si atacaba directamente, Alanna la aplastaría con su frialdad. No, ella debía jugar sucio, convertirse en la víctima.Con una sonrisa inocente, comenzó a planear su próximo movimiento.La oportunidad se presentó durante la tarde. El jardín trasero de la mansión Sinisterra estaba silencioso, con la suave brisa de la tarde agitando las hojas de los árboles. Alanna disfrutaba de la calma, agradeciendo ese pequeño respiro de la tensión que la rodeaba dentro de la casa. Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho.—Siempre tan altiva —murmuró una voz conocida detrás de ella.Alanna giró lentamente y encontró a Allison de pie con los brazos cruzados, su mirada llena de resentimiento.—¿Qué quieres ahora? —preguntó Alanna con frialdad.Allison sonrió con fin
Alanna caminó junto a Leonardo, su corazón latiendo con fuerza, aunque su rostro seguía sereno. Sabía que él disfrutaba de estas situaciones, del control absoluto que ejercía sobre todos. Pero lo que más la inquietaba era que, por primera vez, la había defendido.—¿Por qué lo hiciste? —preguntó, cuando ya estaban lo suficientemente lejos de Esteban y Allison.Leonardo la miró de reojo, con una sonrisa ladeada.—¿Esperabas que me quedara de brazos cruzados mientras un idiota te humilla?—No necesito que me defiendas.Leonardo rió con burla.—Lo dices como si tuvieras opción. Eres mi prometida. Nadie más que yo puede hacerte la vida miserable.Alanna sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no dejó que él lo notara.—¿Y qué gano con tu "protección"?Leonardo se detuvo y la observó con intensidad.—Un enemigo menos. Y eso ya es bastante.Antes de que ella pudiera responder, él abrió una puerta y la hizo entrar.Era la biblioteca. Un lugar silencioso, con estanterías imponentes qu
La mansión de los Sinisterra tenía un ambiente enrarecido. Entre sonrisas falsas y palabras cargadas de hipocresía, la diferencia entre Alanna y Allison se volvía cada vez más evidente.Leonardo lo había notado desde el primer día.Aparentemente, la familia mostraba una cortesía igualitaria entre ambas, pero había algo podrido en la forma en que trataban a Alanna.Estaba en los pequeños gestos, en los comentarios apenas perceptibles, en la manera en que cada vez que Allison se victimizaba, la balanza se inclinaba a su favor.Ese día, la familia estaba reunida en la sala principal.—Alanna, querida —dijo su madre, con su tono siempre condescendiente—, ¿te importaría ayudar a Allison a elegir su vestido para la gala de esta noche? Seguro que tu buen gusto le será de ayuda.Allison, sentada con la espalda recta y una sonrisa triunfal, fingió humildad.—Oh, no quiero molestar a Alanna, mamá. Sé que está ocupada.La señora Sinisterra le tomó la mano con dulzura.—Pero, cariño, esta gala es
La noche de la gala llegó envuelta en un aire de expectación. La gala era un evento organizado por los Sinisterra ,con el propósito de fortalecer alianzas y mostrar su posición social. Asistirían empresarios influyentes, miembros de la alta sociedad y familias con las que buscaban estrechar lazos..Alanna se quedó mirando su reflejo en el espejo con una expresión neutral. El vestido que su madre le había dado era sencillo, demasiado sencillo para un evento de tal magnitud. Un tono beige apagado, con un corte simple que no resaltaba su figura ni tenía detalles que lo hicieran destacar.No era un vestido feo, pero tampoco estaba a la altura del evento.Sabía que su madre no lo había elegido así a propósito. Pero Allison quería brillar y su madre, como siempre, había apoyado la idea sin cuestionar nada.Un suspiro escapó de sus labios. No le importaba. O al menos, eso intentaba repetirse.Se dio la vuelta para salir de la habitación, pero al abrir la puerta, su cuerpo se tensó. Leonardo