Desde las sombras del pasillo, Leonardo observó cada gesto, cada palabra entre Alanna y Miguel. No le sorprendía la arrogancia de Miguel, pero la frialdad de Alanna… eso sí llamó su atención. Era fuerte, más de lo que había imaginado, y ese desafío silencioso que destilaba le resultaba incluso intrigante.La mansión estaba envuelta en un silencio sepulcral cuando Alanna subió las escaleras rumbo a su habitación. El aire denso y cargado de tensión la hacía sentir como si cada paso la llevara directamente a la boca de un lobo. No le sorprendió escuchar pasos tras ella. No tenía que voltear para saber que era él.Leonardo.Se detuvo justo al llegar a la puerta, sintiendo la presencia inconfundible de aquel hombre tan cerca que su piel se erizó involuntariamente. No quería darle la satisfacción de mostrarse inquieta, así que respiró hondo y abrió la puerta con total calma.Pero antes de que pudiera cruzar el umbral, una mano fuerte se posó en la madera, cerrándola de golpe.Alanna se giró
El amanecer llegó, pero para Alanna la noche había sido eterna. Apenas había cerrado los ojos tras la pesadilla. El eco de la voz de Leonardo aún resonaba en su mente, y su cuerpo temblaba con cada recuerdo de su mirada fría y dominante.Bajó a desayunar con el rostro impasible, como si nada la perturbara. Sin embargo, al cruzar el umbral del comedor, su cuerpo se tensó al instante.Leonardo ya estaba allí.Sentado en la cabecera de la mesa con la actitud de un rey en su trono, bebía su café con la misma indiferencia de siempre, como si ya considerara esa casa su territorio.Miguel y los Sinisterra también estaban presentes, pero reinaba un silencio incómodo. Era evidente que la presencia de Leonardo no era bien recibida, pero nadie se atrevía a desafiarlo.—Buenos días —dijo Alanna con frialdad, tomando asiento.Leonardo alzó la mirada y la recorrió lentamente, como si analizara cada centímetro de su rostro. Su expresión no revelaba nada, pero sus ojos oscuros parecían penetrar su al
Allison no soportaba ver a Alanna con esa actitud orgullosa, como si nada ni nadie pudiera tocarla. Como si su compromiso con Leonardo le hubiera dado una armadura indestructible. Era insoportable.Pero Allison no era una tonta. Sabía que si atacaba directamente, Alanna la aplastaría con su frialdad. No, ella debía jugar sucio, convertirse en la víctima.Con una sonrisa inocente, comenzó a planear su próximo movimiento.La oportunidad se presentó durante la tarde. El jardín trasero de la mansión Sinisterra estaba silencioso, con la suave brisa de la tarde agitando las hojas de los árboles. Alanna disfrutaba de la calma, agradeciendo ese pequeño respiro de la tensión que la rodeaba dentro de la casa. Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho.—Siempre tan altiva —murmuró una voz conocida detrás de ella.Alanna giró lentamente y encontró a Allison de pie con los brazos cruzados, su mirada llena de resentimiento.—¿Qué quieres ahora? —preguntó Alanna con frialdad.Allison sonrió con fin
Alanna caminó junto a Leonardo, su corazón latiendo con fuerza, aunque su rostro seguía sereno. Sabía que él disfrutaba de estas situaciones, del control absoluto que ejercía sobre todos. Pero lo que más la inquietaba era que, por primera vez, la había defendido.—¿Por qué lo hiciste? —preguntó, cuando ya estaban lo suficientemente lejos de Esteban y Allison.Leonardo la miró de reojo, con una sonrisa ladeada.—¿Esperabas que me quedara de brazos cruzados mientras un idiota te humilla?—No necesito que me defiendas.Leonardo rió con burla.—Lo dices como si tuvieras opción. Eres mi prometida. Nadie más que yo puede hacerte la vida miserable.Alanna sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no dejó que él lo notara.—¿Y qué gano con tu "protección"?Leonardo se detuvo y la observó con intensidad.—Un enemigo menos. Y eso ya es bastante.Antes de que ella pudiera responder, él abrió una puerta y la hizo entrar.Era la biblioteca. Un lugar silencioso, con estanterías imponentes qu
La mansión de los Sinisterra tenía un ambiente enrarecido. Entre sonrisas falsas y palabras cargadas de hipocresía, la diferencia entre Alanna y Allison se volvía cada vez más evidente.Leonardo lo había notado desde el primer día.Aparentemente, la familia mostraba una cortesía igualitaria entre ambas, pero había algo podrido en la forma en que trataban a Alanna.Estaba en los pequeños gestos, en los comentarios apenas perceptibles, en la manera en que cada vez que Allison se victimizaba, la balanza se inclinaba a su favor.Ese día, la familia estaba reunida en la sala principal.—Alanna, querida —dijo su madre, con su tono siempre condescendiente—, ¿te importaría ayudar a Allison a elegir su vestido para la gala de esta noche? Seguro que tu buen gusto le será de ayuda.Allison, sentada con la espalda recta y una sonrisa triunfal, fingió humildad.—Oh, no quiero molestar a Alanna, mamá. Sé que está ocupada.La señora Sinisterra le tomó la mano con dulzura.—Pero, cariño, esta gala es
La noche de la gala llegó envuelta en un aire de expectación. La gala era un evento organizado por los Sinisterra ,con el propósito de fortalecer alianzas y mostrar su posición social. Asistirían empresarios influyentes, miembros de la alta sociedad y familias con las que buscaban estrechar lazos..Alanna se quedó mirando su reflejo en el espejo con una expresión neutral. El vestido que su madre le había dado era sencillo, demasiado sencillo para un evento de tal magnitud. Un tono beige apagado, con un corte simple que no resaltaba su figura ni tenía detalles que lo hicieran destacar.No era un vestido feo, pero tampoco estaba a la altura del evento.Sabía que su madre no lo había elegido así a propósito. Pero Allison quería brillar y su madre, como siempre, había apoyado la idea sin cuestionar nada.Un suspiro escapó de sus labios. No le importaba. O al menos, eso intentaba repetirse.Se dio la vuelta para salir de la habitación, pero al abrir la puerta, su cuerpo se tensó. Leonardo
Alanna lo miró de reojo.—¿Eso no te molesta? Pensé que querías que pasara desapercibida.Leonardo la guió con sutileza entre la multitud.—Me molestaría más que me avergonzaras. Así que, por esta noche, compórtate.Antes de que Alanna pudiera responderle, una voz familiar los interrumpió.—¡Alanna, querida!Su madre.La madre de Alanna la observó con detenimiento. Sus ojos recorrieron cada detalle del vestido, su porte elegante, el brillo de su piel bajo las luces del salón. —Alanna… te ves preciosa —dijo con dulzura.Alanna se detuvo en seco. Aunque era común recibir halagos de su madre, una parte de ella se negaba a creerlo del todo. Durante años había sentido que su madre siempre ponía a Allison primero, sin darse cuenta de cuánto la relegaba.Sin embargo, en ese instante, no hubo comparación con su hermana. No hubo comentarios sobre Allison ni sobre cómo debería comportarse. Solo una madre viendo a su hija radiante.Alanna apartó la mirada y se obligó a no dejar que aquella pequ
El murmullo comenzó a extenderse por el salón.—Siempre ha sido así… —susurró una voz.—No es sorpresa que se porte así con Allison… —dijo otra persona.—Por más hermosa que se vea esta noche, sigue siendo la misma de siempre.Las palabras se clavaban en el aire como dagas.Alanna mantuvo su expresión de mármol, pero por dentro, la rabia la consumía.—No seas ridícula, Allison. —Su voz salió calmada, sin un atisbo de duda—. Tú misma te echaste el vino.—¡Eso no es cierto! —Allison parecía a punto de romper en llanto—. Tú siempre me has odiado y esta noche no soportaste que me viera mejor que tú.Alanna apretó la copa entre sus dedos. No podía creer hasta qué punto estaba dispuesta a llegar.Y entonces, Esteban dio un paso al frente.—Alanna, ¿hasta cuándo? —su voz sonó dura, desaprobadora—. Siempre es lo mismo contigo.Alanna sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Esteban. Por supuesto que él la creería.Lo miró a los ojos, buscando algún indicio de duda en él, alguna prueba de q