Emil.- Habíamos llegado en la mañana a Barcelona, España yo era partidario de descansar, pero Nadia con su típica y adorable terquedad eligió que fuéramos al lugar donde debía encontrarse la segunda pista que nos indique la ubicación exacta del tesoro de Kosov.Llegamos al Laberinto de Horta, Nadia observaba las anotaciones que ella misma había escrito, les di indicaciones a mis hombres, con los miembros de la araña roja respirándome en la nuca, mi prioridad es nuestra seguridad y que no nos estuvieran siguiendo, por eso hicimos escala en Madrid y nos cambiamos de avión.A mi alrededor, el aire olía a tierra húmeda y cipreses, y el sonido de los pájaros resonaba en la distancia, como si el propio laberinto tuviera su propia banda sonora.Caminaba unos pasos detrás de Nadia, observándola mientras avanzaba con determinación, sus ojos buscando entre los pasillos verdes, había algo en su energía determinada y concentrada que la hacía brillar, como si el lugar la estuviera llamando direct
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