Lo que sentimos (2da. Parte)
La misma nochePalermo, SiciliaOrianaAunque nos repitamos que la sensatez debe gobernarnos, la verdad es que somos esclavos de nuestros propios impulsos. Nos gusta creer que el corazón es un animal domesticado, que podemos atarlo con cadenas de lógica y prudencia, pero la realidad es otra: el corazón no obedece, devora. No hay jaula que pueda contenerlo, no hay fórmula que lo amanse, porque incluso el más frío, el más racional, puede ser corrompido en el momento exacto.Solo hace falta que alguien llegue con la llave adecuada, que toque la puerta que nunca debió abrirse, que despierte lo que dormía en paz. Y entonces, la cordura se esfuma como niebla al amanecer, y la locura se instala cómodamente en su lugar, tomando las riendas de nuestra vida sin pedir permiso.Y supongo que mi corazón adormitado encontró quien lo saque de su cárcel, porque, aunque me resista, no encuentro manera de escapar de Adler. Este hombre sigue colándose en mi vida con esa sinceridad que me desarma y en un
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