El mismo díaPalermo, SiciliaAdlerMi padre siempre decía que los celos son una trampa, una forma de mostrar tu debilidad ante una mujer, la prueba irrefutable de que te importa más de lo que deberías. Y tenía razón. Los celos son una maldición disfrazada de pasión. Un veneno silencioso que se arrastra por la mente y te susurra preguntas que no quieres hacerte. ¿Ella aún siente algo por ese imbécil? ¿Hubo un tiempo en el que lo miró con los mismos ojos con los que me mira a mí? ¿Estoy siendo un maldito imbécil al hacer una escena por alguien que ni siquiera me ha prometido nada?La realidad es que los celos son posesión, desconfianza, pero, sobre todo, son una confirmación brutal de lo que sentimos. Nos gusta creer que somos inmunes, que somos hombres de hielo, que nadie tiene el poder de revolvernos las entrañas con una simple mirada. Pero es mentira.Porque los celos llegan cuando menos lo esperas, cuando crees que tienes el control. Se clavan en el pecho como un cuchillo, desangrán
El mismo díaPalermo, SiciliaOrianaLa vida nos cobra facturas, aunque no siempre nos demos cuenta de inmediato. A veces, dejamos hilos sueltos creyendo que nunca se enredarán, y cuando por fin notamos el nudo que hemos tejido, ya es tarde para deshacerlo sin romper algo en el proceso.Pagamos un precio por cada elección, por cada debilidad disfrazada de desafío, por cada paso que damos creyéndonos intocables. Pero el verdadero peligro no está en el error en sí, sino en la arrogancia de creer que podemos sortear las consecuencias sin pagar el peaje.El mundo en el que me muevo no perdona a los ingenuos. Aquí, nadie avanza sin un costo, y ese costo es muchas veces la propia alma. Negociamos no porque queramos, sino porque entendemos que es la única forma de evitar que el fuego se extienda y lo consuma todo. No se trata de agachar la cabeza ni de ceder al miedo, sino de jugar con la frialdad suficiente para que el tablero no nos devore antes de la última jugada.Ese es el precio del po
La misma nochePalermo, SiciliaAdlerLa sinceridad es un filo de navaja que pocos saben manejar. Para algunos, es un acto de valentía; para otros, un error imperdonable. Y luego están los que la dosifican según la ocasión, como si fuera un veneno que solo debe administrarse en dosis controladas. Pero la realidad es que no hay un manual para saber cuándo abrir el pecho y exponer lo que nos quema por dentro.A veces, ser sincero es como caminar descalzo sobre vidrio: una palabra de más y la herida es inevitable. Nos metemos en problemas por hablar cuando deberíamos callar, por dejar escapar un pensamiento que nuestro instinto nos decía que guardáramos. Pero, ¿qué hacemos cuando el sentimiento es un grito interno, cuando cada fibra de nuestro ser exige ser escuchada?En el amor, la sinceridad es una moneda de dos caras. Puede ser un puente o un precipicio. Hay momentos en los que desarmar a alguien con la verdad nos acerca más que cualquier promesa vacía, donde la franqueza se convierte
La misma nochePalermo, SiciliaOrianaAcertijos, misterios, secretos… Todos comparten el mismo propósito: ocultar algo. Y lo que está oculto nos carcome, nos irrita, nos descoloca. Porque lo desconocido nos quita el control, nos convierte en meros espectadores de nuestra propia historia, y eso es lo que más detestamos. Algunos ilusos encuentran en ello una chispa de emoción, un desafío que estimula la mente y acelera el pulso, como si el riesgo fuera un juego. Otros lo consideran una crueldad, una forma retorcida de manipulación que los deja a merced de quien maneje las piezas. Y luego están los que lo ven como una amenaza, una sombra que acecha desde las esquinas de lo no dicho, esperando el momento justo para derrumbar sus certezas.Pero la verdad es que los secretos tienen peso. Y ese peso no se diluye, no desaparece con el tiempo, solo se transforma, moldeando el curso de una vida, arrastrándonos hacia consecuencias inevitables. No importa si fueron creados por necesidad, por est
La misma nochePalermo, SiciliaCarloDirigir un cártel es como conducir un auto de carreras a 180 kilómetros por hora en una pista sin barandas, donde cada curva es una sentencia y cualquier mínimo error puede significar un choque fatal. En este mundo, no hay frenos de emergencia ni segundas oportunidades, solo velocidad, estrategia y la certeza de que el que duda, muere.La mafia no perdona a los que titubean. Es un tablero de ajedrez donde cada pieza tiene su peso y su función, y el que no sabe moverlas termina como un peón sacrificado en la primera jugada. Aquí no hay espacio para la suerte ni para el azar, porque en el instante en que dejas algo a la fortuna, alguien más lo convierte en tu debilidad.La información es el arma más letal en este negocio. Una bala mata una vez, pero un secreto en las manos equivocadas puede enterrarte mil veces antes de que toques el suelo. Saber es poder, y el que controla el flujo de información controla el juego. No se trata solo de conocer a tus
La misma nochePalermo, SiciliaAdlerDicen que la rabia no es buena consejera. Que cuando se cuela en la sangre, lo hace como un veneno lento, nublando el pensamiento hasta convertirnos en bestias sin razón. Nos descontrola, nos arrastra como una corriente feroz que nos ahoga antes de darnos cuenta de que nos metimos demasiado hondo. Y lo peor… es que cuando abrimos los ojos, ya es tarde. El desastre está hecho, las ruinas a nuestros pies, y no hay vuelta atrás.Tal vez sea parte de nuestra esencia más primitiva, ese instinto salvaje que vive agazapado dentro de nosotros, esperando el momento exacto para despertar. Algunos logran domarlo, convertirlo en un arma fría, afilada, letal solo cuando es necesario. Pero otros… otros somos fósforos, encendiéndonos al menor roce, consumiéndonos en llamas sin pensar en lo que dejamos atrás.Y luego están los que no solo se queman a sí mismos, sino que arrasan con todo a su paso. Los que no distinguen entre amigos o enemigos cuando la furia toma
La misma madrugadaPalermo, SiciliaOrianaAbrir el corazón debería ser simple. Al final, se trata solo de poner en palabras lo que sentimos, ¿no? Pero la realidad es otra cosa.Hay quienes creen que exponer los sentimientos es un acto de debilidad, una rendición que los deja desnudos ante los demás. Otros lo ven como algo innecesario, porque para ellos los actos pesan más que las palabras. Y están los que, como yo, llevan heridas que nunca terminaron de cerrar. Esos que han aprendido a callar, a refugiarse en el silencio, porque alguna vez confiaron, hablaron… y fueron destrozados.No es fácil salir de ahí. Uno se acostumbra a la coraza, a la burbuja de aparente control, al autoengaño de que nada nos toca, de que nada nos importa tanto como para arriesgarnos otra vez. Pero el amor es un puto campo minado. No basta con mirar, con tocar, con desear. A veces, hay que darle voz a lo que quema por dentro. Porque el silencio no siempre protege, a veces solo es un verdugo lento que nos alej
El mismo díaPalermo, SiciliaAdlerMás allá de las mariposas revoloteando en el estómago, de los suspiros profundos que parecen robarte el aire, de la cara de tontos que ponemos cuando nos perdemos en la mirada de quien amamos… más allá de la conexión especial y lo espectacular que pueda ser el sexo con tu pareja, nos cuesta acoplarnos. A veces estamos un poco perdidos, o más bien, nos cuesta ceder. No son celos. No es posesividad.Es solo que cuando amas, quieres estar allí, ser parte de su mundo, formar un "nosotros" sin que ninguno de los dos pierda su esencia. Pero el amor, como una casa bien construida, necesita equilibrio. Si solo un lado pone los cimientos y el otro se deja llevar por el viento, tarde o temprano todo se desmorona.Por eso las etapas son importantes. Allí aprendemos a respetar los espacios del otro. Aprendemos a leer al otro sin necesidad de palabras, a negociar sin sentir que perdemos, a construir sin destruir. Porque hasta el amor debe echar raíces fuertes si