Capítulo 18. Sangre y acero.
DanteLa llamada se cortó, pero la tensión permaneció colgada en el aire como el filo de un cuchillo.Sentí el peso del teléfono en mi mano, pero más pesado era el nudo que se formaba en mi pecho. Mi mandíbula estaba rígida, mis músculos tensos, y mi mente se llenaba de imágenes sombrías que no quería imaginar.“Trina, sola en la ciudad, Trina, vulnerable, Trina en manos equivocadas”.Maldit0 infierno.La desesperación se apoderaba de mí. Trina, aunque sanguíneamente era mi prima, para mí se trataba de mi hermana. Ella no era cualquiera, no era solo una Quintero Armone. Era el tesoro más grande de nuestra familia, la única mujer entre nosotros, la única que había sido criada con la menor cantidad de sombras posibles.Desde que éramos niños, la habíamos protegido con uñas y dientes. No queríamos que la oscuridad de nuestro mundo la tocara, no queríamos que supiera lo que significaba vivir con el miedo incrustado en la piel. Ella era luz. Nuestra luz y por ella éramos capaces de hacer l
Ler mais