Capítulo – Bajo el Acero y la Piel El cielo de Bellavista amanecía pálido, apenas tibio por la noche que había quedado atrás. Frente a la casa de los Montes, la camioneta de Nicolás esperaba con el motor encendido, empañando apenas los cristales por dentro. Desde la calle, la escena parecía detenida en el tiempo: abrazos apretados, ojos húmedos, sonrisas contenidas. El aire estaba cargado de pan tostado, café recién hecho y despedida. —Entonces… ¿el 24, dijiste? —preguntó Edinson, con los brazos cruzados, apoyado contra la puerta, serio pero no severo. Anahir asintió. Firme, aunque las manos le temblaban casi imperceptiblemente. —Sí, papá. El 24 de marzo. A las diez de la mañana. En el juzgado de paz. Sofía, a su lado, no le soltaba el brazo. Con cada caricia, con cada roce de su mano, parecía querer decirle que todo iba a estar bien. Bruno y Dante observaban desde un rincón, sin disfrazar la mezcla de orgullo y preocupación. Los mellizos, siempre bromistas, esta vez guardaban s
Leer más