Capitulo El mensaje La tarde caía sobre la ciudad como una losa de concreto, pesada y sin promesa de alivio. En la oficina de dirección de obra, la tensión no necesitaba palabras: estaba en el aire, en las miradas, en el modo en que Fabricio arrastraba los dedos sobre el escritorio sin darse cuenta. Fátima lo observaba desde el sillón con las piernas cruzadas, sus uñas perfectamente limadas tamborileando contra el brazo del sillón con una impaciencia que contrastaba con su falsa calma. —Te estás desarmando —soltó ella al fin, sin mirarlo—. Y es feo ver cómo un hombre que alguna vez creí brillante se quiebra por una mujer. Fabricio levantó la cabeza despacio, como si procesar esa frase le llevara más tiempo del que estaba dispuesto a concederle. —No es por Anahir. Fátima sonrió con los labios, no con los ojos. —Claro. No es por ella. Solo estás irritado porque ahora tiene el apoyo de Fabián, de Nicolás… y porque ya no gira a tu alrededor. Porque ya no sos el centro. —No n
Capítulo — Rumbo a BellavistaAnahir miraba por la ventanilla de la camioneta, viendo cómo la ruta se extendía hacia el infinito entre campos abiertos y molinos dormidos. El sol de la tarde se filtraba entre las nubes, y ese aire templado que solo se siente cerca de la costa la envolvía como una manta vieja, conocida. El asfalto se estiraba delante de ellos como un puente entre el pasado y el presente, entre su historia y lo que venía a buscar.Nicolás iba concentrado en el volante, una mano firme en el manillar, la otra apoyada en la ventanilla abierta. El viento jugaba con algunos mechones sueltos de su cabello, y Anahir lo observó de reojo, reconociendo en él algo que no había visto en mucho tiempo: paz. Pero no era la paz que se encuentra en el silencio. Era esa que se siente cuando uno encuentra un lugar seguro para caer. Y eso, sin querer, él se había convertido en eso para ella.El aire dentro de la camioneta estaba cargado, aunque no hablaban. Era ese tipo de silencio espeso q
Capítulo 34 – Forjado en SilencioLa camioneta de Nicolás avanzaba firme por la ruta costera. El mar quedaba a su izquierda, extendiéndose calmo como un recuerdo dormido. Anahir iba sentada a su lado, en silencio, observando el paisaje. Tenía esa manera de mirar que no buscaba nada en particular, pero lo absorbía todo.A Nicolás le gustaba manejar así. Sin prisa, sin distracciones. Con los brazos relajados y la mente… bueno, la mente nunca lo estaba. Mucho menos hoy.Estaban por llegar a Bellavista, el pueblo donde Anahir había crecido. Allí conocería a sus padres, a sus hermanos. Y aunque ella lo esperaba con tranquilidad en la mirada, dentro de él algo se agitaba.Estaban muy cerca de Bello Horizonte.Y eso, aunque no lo admitiera en voz alta, lo ponía en guardia.“Estoy a veinte minutos de la casa de mis padres.”Los recuerdos le pesaron en la espalda como bloques de hormigón. Las tardes en el taller de su padre, los almuerzos con la radio de fondo, los domingos con olor a asado… y
Capitulo: Anahir La mesa ya estaba casi vacía. Solo quedaban los vasos medio llenos, las servilletas arrugadas y el olor a comida que siempre quedaba flotando en la casa después de una cena familiar. Los mellizos discutían en voz baja, Sofía recogía platos con una sonrisa satisfecha, y Edinson… Edinson estaba más tranquilo de lo que ella había esperado.Pero Anahir no estaba mirando a nadie.Solo a él.Nicolás.Sentado en la punta de la mesa, con las mangas arremangadas, atento a todo sin querer ser el centro. Había hablado poco. Había escuchado mucho. Se había ganado el respeto de su padre sin levantar la voz. Sin imponer nada. Con la misma firmeza con la que se colocan los cimientos: en silencio, pero para siempre.“Tiene secretos. Lo sé.”Lo sentía en sus silencios, en sus gestos calculados, en la forma en que esquivaba algunas preguntas con elegancia.La forma en que medía cada palabra, como si seleccionara cuidadosamente qué mostrar y qué guardar. Era hábil, pero no soberbio. R
Capitulo El amigo Leal . La luz blanca del monitor le quemaba los ojos, pero Fabián ni parpadeaba. El reloj en su muñeca marcaba las tres de la mañana. No había nadie más en la oficina que habían acondicionado como centro de operaciones en ese rincón discreto del edificio. A su alrededor, carpetas, sobres, facturas escaneadas, registros de entrada y salida de materiales, mails impresos, y papeles que muchos creían olvidados. Pero él no olvidaba nada. Porque esto no era solo una auditoría. Era una venganza. Una muy personal. Con el mouse en una mano y un café ya frío en la otra, iba enlazando datos como si tejiera acero entre columnas. Cada contrato, cada presupuesto mal inflado, cada empresa fantasma que Fabricio había usado para desviar fondos… Todo estaba ahí. Todo estaba cayendo por su propio peso. “Quiso jugar a ser ingeniero sin saber que enfrente tenía a los arquitectos del desastre que lo va a sepultar.” Fabián no era de los que gritaban victoria antes de tiempo. P
Capítulo – Bajo el Acero y la Piel El cielo de Bellavista amanecía pálido, apenas tibio por la noche que había quedado atrás. Frente a la casa de los Montes, la camioneta de Nicolás esperaba con el motor encendido, empañando apenas los cristales por dentro. Desde la calle, la escena parecía detenida en el tiempo: abrazos apretados, ojos húmedos, sonrisas contenidas. El aire estaba cargado de pan tostado, café recién hecho y despedida. —Entonces… ¿el 24, dijiste? —preguntó Edinson, con los brazos cruzados, apoyado contra la puerta, serio pero no severo. Anahir asintió. Firme, aunque las manos le temblaban casi imperceptiblemente. —Sí, papá. El 24 de marzo. A las diez de la mañana. En el juzgado de paz. Sofía, a su lado, no le soltaba el brazo. Con cada caricia, con cada roce de su mano, parecía querer decirle que todo iba a estar bien. Bruno y Dante observaban desde un rincón, sin disfrazar la mezcla de orgullo y preocupación. Los mellizos, siempre bromistas, esta vez guardaban s
Capitulo :Planeando el accidente La oficina estaba impregnada de humo, cansancio y ambición mal disimulada. Fabricio caminaba de un lado al otro, girando el vaso de whisky vacío en la mano. Raúl, cómodo en su sillón gastado, seguía sus pasos con la mirada, paciente, como un perro que espera la orden de su amo.—Lo vamos a hacer —soltó finalmente Fabricio, rompiendo el silencio espeso de la habitación—. Pero bien. Sin margen de error.Raúl levantó las cejas.—¿De qué estamos hablando?—De lo que hace falta, Raúl. Necesitamos a alguien que no figure, que entre como peón, uno de afuera, sin lazos con la obra, sin apego. Uno de esos que sobran en la vuelta. Y que por unas monedas hace lo que sea.Raúl chasqueó la lengua, ya sabiendo por dónde iba.—Siempre hay alguno —dijo, relajado—. Conozco varios que bailan por dos billetes.Fabricio detuvo su paso y lo miró fijo.—Perfecto. Lo quiero adentro el lunes. Que pase desapercibido. Que nadie lo cuestione. Vos te encargás de que sea creíble.
Capítulo 39 La verdad de AnahirLa noche estaba en calma, pero dentro de Anahir, nada lo estaba.Sentada sobre la alfombra del living, rodeada por planos viejos, carpetas y su cuaderno de apuntes, repasaba sin querer su historia. No era solo el proyecto lo que intentaba recuperar. Era su vida. Su dignidad. Su nombre.Se abrazó las piernas, enroscando los dedos en la manga del buzo, mientras miraba sin mirar los papeles esparcidos.La maqueta de la obra seguía sobre la mesa. Casi intacta. La había hecho cuando aún creía que estaba construyendo su futuro antes de Fabricio. Ahora la miraba y sentía que, si hubiera prestado atención, habría visto que algo no estaba bien desde el principio con ese hombre.“¿Qué fue lo que vi en él?”Se lo preguntó en voz baja.Era cierto, le dolió la traición. Pero lo que más le dolía ahora era su propia ingenuidad. Casi tres años de relación… y todo había sido un disfraz.“¿Estaba enamorada? ¿O estaba ciega?”El recuerdo la golpeó de lleno. Pensó en la p