Capítulo : La Trampa de FabricioEl aire en la sala de reuniones estaba espeso, como si el oxígeno se negara a circular. Las paredes blancas, impersonales, parecían cerrarse poco a poco. Los inversionistas no hablaban, pero los dedos golpeaban carpetas, los pies se movían debajo de la mesa, y cada tanto, alguien pasaba una página sin leerla, solo para hacer algo con las manos.Anahir, sentada en el extremo opuesto a Fátima y Fabricio, mantenía la espalda recta. El cuero de la silla rechinaba apenas cuando cambiaba de postura, pero su expresión seguía imperturbable. Solo quien la conociera bien —como Nicolás— sabría que estaba apretando los dedos contra el borde de la mesa con tanta fuerza que se le marcaban los nudillos.En la punta de sus dedos, sentía el filo invisible de lo que estaba en juego.Fabricio carraspeó. Disfrutaba cada segundo.—Hemos notado ciertos desajustes en la obra —dijo, con su tono ensayado de falsa preocupación—. Plazos incumplidos, costos inflados… y decisiones
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