En un parpadeo la vida cambia. En menos incluso, la vida puede ponerte en un extremo lejano de donde te tenía y a mi me ocurrió así cuando mis ojos se cruzaron con los suyos.Ian me vió antes, eso ya lo sabemos y se quedó prendado de mi pero nunca pensé que su parpadear sobre mi, me fuera a cambiar enteramente. Llegamos a una playa, lejos de Rusia. Un descanso de toda nuestra demente vida y aquello que nos espera dentro de poco, solo a la distancia de nuestro regreso y en esta playa que ahora miro desnuda desde la ventana de nuestra habitación, soy feliz. Así, con mis pies descalzos sobre la madera oscura, sus manos en mi vientre y su desnudez detrás de la mía en tanto su boca juega en mi pelo y sus labios confiesan promesas, pecados y deseos en mi oído.—Pon tus manos sobre las jambas a tus lados y no te sueltes, no te sueltes —ordena y el aire me eriza los pezones pero mi sexo late entre mis piernas por su cercanía y morbosa forma de hablarme al oído.—Ian... —gimo cuando lleva sus
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