Todos los capítulos de Casada por Contrato con el CEO Mafioso: Capítulo 11 - Capítulo 12
12 chapters
11: Primeras Grietas en la Máscara
Después de aquel ataque de pánico, sigo en el suelo, desorientada. Todo mi cuerpo tiembla en espasmos, recordándome que la crisis me sacudió por completo. La sensación es asfixiante. Hacía mucho que no pasaba por esto y, por un momento, creí que lo había superado. Pero estaba equivocada. El miedo sigue aquí, acechando en las sombras, y con él, los recuerdos que tanto intento olvidar. Esos recuerdos que me empujan de nuevo a este ciclo dañino de terror y desesperación.Odio la sangre. Odio las armas. Odio este mundo violento en el que me han arrastrado. Y lo peor es que no hay escapatoria. Saber que otra vez estaré rodeada de muerte y caos me pone los nervios de punta. Tal vez debería retomar la medicación. No quiero. La detesto. Pero si esto sigue así, no tendré opción. Algo me dice que esta no será la última crisis.Pasan los minutos… quizás horas. No lo sé. Pero cuando finalmente reúno fuerzas, me obligo a levantarme. Me aliso la falda del vestido, trato de arreglar mi cabello desor
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12: Un Beso Robado
Viviana salió del salón con pasos fuertes, claramente furiosa. Seguro quería decir algo más, pero la firme orden de Damon la obligó a marcharse sin rechistar.El silencio que quedó después fue denso. Damon se acercó a mí con movimientos cautelosos. Yo seguía en mi asiento, apretando mi mano adolorida contra mi pecho. La quemadura ardía cada vez más, la piel enrojecida y sensible. Las lágrimas rodaban por mi rostro sin que pudiera detenerlas, pero me negaba a romper en llanto. No le daría esa satisfacción.Damon se sentó a mi lado sin decir nada y tomó mi mano con suavidad. Intenté apartarla, pero cualquier movimiento hacía que el dolor se intensificara. Lo miré en silencio mientras examinaba la herida con atención.—Lauren —llamó con voz firme, y la sirvienta apareció al instante.—Señor.—Tráeme un botiquín y un medicamento para quemaduras.Lauren asintió y desapareció tras la puerta. Aproveché la oportunidad para hablar.—No necesito que hagas nada por mí —solté con frialdad—. Puedo
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