En poco tiempo, Jamal llegó al hospital. Apenas ingresó, un doctor lo recibió con amabilidad, aunque su expresión reflejaba la gravedad del momento.—Señor Jamal, puede entrar a verla. La señorita Madelaine está consciente, pero debo advertirle que está algo confundida y agotada. Por favor, sea paciente con ella, es importante que no se esfuerce demasiado emocionalmente —explicó el médico, colocando una mano sobre su hombro.—Gracias, doctor. Haré todo lo que pueda para apoyarla —respondió Jamal, su voz temblando ligeramente.Cuando Jamal ingresó a la habitación, sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. Allí estaba Madelaine, postrada en la cama del hospital, con la mirada perdida en un punto fijo de la habitación. Sus ojos estaban hinchados, su rostro pálido, y su expresión reflejaba un dolor tan profundo que Jamal apenas podía soportarlo. Cuando ella lo vio, su mirada se llenó de tristeza, y le habló con una voz débil.—Jamal… no tenía idea de que estaba embarazada. ¿Cómo no
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