Todos los capítulos de La Venganza del Árabe: ¡Su Esposa tendrá Trillizos!: Capítulo 101 - Capítulo 110
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Haidar finalmente se unió a Brenda en la habitación. Ella estaba recostada sobre la cama, acariciando su vientre con ternura mientras sentía los movimientos de los trillizos. Él se sentó a su lado, observándola en silencio por un momento antes de hablar.—¿Puedo saber la razón por la que decidiste trabajar en casa hoy? —preguntó Brenda con suavidad, rompiendo el silencio.Haidar suspiró, pasándose una mano por el cabello oscuro.—Solo no quise ir a la oficina. Además, todo lo que tenía que hacer podía realizarlo desde mi despacho aquí en casa. Hace poco terminé, justo a tiempo para poder cenar contigo.—No te preocupes, entiendo que trabajes bastante. —Brenda sonrió levemente, aunque su rostro pronto se tornó pensativo—. Haidar, hay algo que quiero preguntarte… Algo que sigue rondando mi cabeza. Quiero saber cuándo, finalmente, vas a ser sincero conmigo y hablarme sobre tu pasado. No quiero parecer insistente o repetitiva, pero siento que ya deberías haberlo hecho.Haidar respiró prof
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Brenda estaba en casa esa tarde, disfrutando de un momento de tranquilidad mientras acariciaba su vientre. Los movimientos de los trillizos siempre lograban calmarla, aunque en el fondo su mente seguía ocupada con las preguntas sin respuesta sobre el pasado de Haidar. Había intentado evitar pensar en ello, pero la incertidumbre la seguía persiguiendo.De repente, el timbre de la puerta sonó y la sacó de sus pensamientos. Con una mezcla de curiosidad y sorpresa, se levantó del sofá y caminó hacia la puerta. Al abrirla, se encontró con Aisha, la hermana de Haidar, quien llevaba una amplia sonrisa en el rostro.—¡Aisha! —exclamó Brenda, sorprendida—. No esperaba verte. Aisha sonrió con calidez y la abrazó suavemente.—Hola, Brenda. Perdona por llegar así sin avisar. Sé que debería haberte visitado antes, pero las cosas han estado un poco agitadas últimamente —dijo, mientras entraba al hogar de Brenda.Brenda cerró la puerta detrás de ella y asintió con una sonrisa.—No te preocupes, me
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Brenda tomó un sorbo de su té mientras Aisha terminaba su relato. Había escuchado cada palabra atentamente, sintiendo cómo las piezas del pasado de Haidar empezaban a encajar. Sin embargo, también entendía que lo que Aisha le había contado era solo una parte de la historia, y que había mucho más que Haidar guardaba en su interior.—Aisha, gracias por decirme todo esto. Sé que para ti también debe ser muy difícil hablar de algo tan doloroso, especialmente porque se trata de tu familia y de algo que Haidar aún no puede compartir conmigo —confesó con sinceridad, agradecida con ella.Aisha asintió con una leve sonrisa.—Exactamente, Brenda. Y te lo digo porque he visto lo preocupada que estás. Mi sobrino puede tardar mucho en abrirse completamente contigo, pero al menos ahora tienes una idea de lo que pasó. Él no guarda silencio porque no confíe en ti, sino porque el dolor de revivir esos momentos lo paraliza.Brenda suspiró profundamente. Sentía una mezcla de alivio por saber más y trist
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Haidar apenas podía contener su frustración mientras escuchaba a Marlene lanzar su venenosa amenaza. Las palabras que salían de su boca eran como puñales, diseñadas para perforar cada parte de su alma. Ella lo observaba con una sonrisa retorcida, había maldad en sus palabras, que lo hacía querer sacar a esa mujer de su vida para siempre.—Supuse que esa sería tu respuesta —dijo Marlene, cruzando las piernas con aire de superioridad—. Que no vas a dejar a Brenda y que harás cualquier cosa para proteger ese estúpido matrimonio. Pero debes saber algo, Haidar: yo no estoy jugando. Una vez que Brenda sepa la verdad, te dejará. No importa cuánto intentes evitarlo, terminará alejándose de ti de todas maneras.Haidar apretó los puños bajo el escritorio, sintiendo cómo la rabia hervía en su interior. No se atrevía a interrumpirla, aunque sabía que cada palabra estaba destinada a desequilibrarlo.—¿Prefieres que sea yo quien le diga cuáles fueron tus intenciones verdaderas cuando te acercaste a
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Esa tarde, mientras Brenda estaba en casa, Madelaine llegó de visita. La amiga de Brenda pudo notar que algo parecía inquietar a la joven esposa. Colocando una mano sobre su hombro, Madelaine la miró con preocupación.—Dime, ¿qué es lo que pasó ahora? —preguntó con suavidad.Brenda suspiró y la miró a los ojos.—Aisha, la tía de Haidar, me comentó que el padre de Haidar perdió la vida en un robo armado. Lo asesinaron.Madelaine abrió los ojos con sorpresa.—¿Lo asesinaron? Claro, eso tiene sentido. Esos recortes de periódico que viste debían ser sobre ese fatídico momento.—Sí, Madelaine. Es exactamente eso lo que pasó —confirmó Brenda, con tristeza en su voz.—¿A qué hora le dirás a Haidar que ya sabes eso? —preguntó Madelaine, con cautela—. No me digas que ya has decidido decírselo.—¡No, no podría hacer eso! —exclamó Brenda, negando con la cabeza—. Además, su tía me lo contó casi en secreto. Vio mi desesperación y solo me lo comentó por eso.—¿Qué pasó con la madre de Haidar? —preg
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En poco tiempo, Jamal llegó al hospital. Apenas ingresó, un doctor lo recibió con amabilidad, aunque su expresión reflejaba la gravedad del momento.—Señor Jamal, puede entrar a verla. La señorita Madelaine está consciente, pero debo advertirle que está algo confundida y agotada. Por favor, sea paciente con ella, es importante que no se esfuerce demasiado emocionalmente —explicó el médico, colocando una mano sobre su hombro.—Gracias, doctor. Haré todo lo que pueda para apoyarla —respondió Jamal, su voz temblando ligeramente.Cuando Jamal ingresó a la habitación, sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. Allí estaba Madelaine, postrada en la cama del hospital, con la mirada perdida en un punto fijo de la habitación. Sus ojos estaban hinchados, su rostro pálido, y su expresión reflejaba un dolor tan profundo que Jamal apenas podía soportarlo. Cuando ella lo vio, su mirada se llenó de tristeza, y le habló con una voz débil.—Jamal… no tenía idea de que estaba embarazada. ¿Cómo no
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—¿Hay alguna razón por la que parezcas preocupado? —preguntó Brenda, mirándolo con curiosidad mientras él sostenía el teléfono en sus manos.Haidar se aclaró la garganta antes de devolverle la mirada.—¿Por qué lo preguntas?—Es evidente que algo te está preocupando, y solo quiero saber qué es —insistió ella, con un tono dulce pero firme.—Jamal no tomó mi llamada. Es bastante raro, casi siempre contesta de inmediato. Probablemente esté ocupado… o no lo sé —respondió Haidar, tratando de restarle importancia al asunto.—¿Crees que le haya pasado algo malo? —preguntó Brenda, frunciendo el ceño.—No, no es eso —dijo rápidamente, aunque su tono no era del todo convincente.En ese momento, Brenda recordó que Madelaine había estado un poco diferente en los últimos días. Decidió escribirle un mensaje para saber cómo estaba, pero no recibió respuesta. Algo inquieta, intentó llamarla, pero tampoco obtuvo una contestación. Esto solo incrementó su preocupación.—¿Ahora llamas a Madelaine? —quiso
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Esa noche, Madelaine se acurrucó al lado de Jamal en la cama. Aunque su cuerpo estaba agotado, su mente seguía activa, llena de pensamientos que no la dejaban descansar. Se sentía un poco culpable por haber ignorado las insistencias de Jamal durante la mañana, especialmente cuando él solo estaba preocupado por su bienestar. Pero la tristeza la había consumido tanto que simplemente no tenía apetito ni fuerzas para discutir.Madelaine suspiró profundamente antes de romper el silencio.—Jamal, lo siento mucho… —murmuró, con un nudo en la garganta—. No quise hacerte pasar un mal rato esta mañana. Sinceramente, no tenía apetito. Me sentía tan desanimada y triste por todo lo que pasó…Jamal giró hacia ella y, con ternura, hizo que lo mirara directamente a los ojos. Su mirada estaba llena de comprensión, y con un gesto cariñoso, besó su mejilla.—Madelaine, no quiero que te preocupes por eso. Entiendo cómo te sientes. No tienes que disculparte. Sé que en ese momento no querías comer, y eso e
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Mientras Alexandra dormía, su sueño pronto se tornó en una pesadilla oscura, una recreación vívida de los momentos más dolorosos de su vida. Aquellos recuerdos que llevaba enterrados profundamente en su corazón comenzaron a emerger con fuerza, reviviendo aquel fatídico día que había marcado su alma para siempre.Alexandra estaba en la cocina de la mansión Abdelaziz cuando sonó el teléfono principal. Con rapidez, atendió la línea, como era su costumbre.—Familia Abdelaziz, ¿con quién hablo?—Alexandra, soy Abdul —respondió el hombre al otro lado de la línea—. ¿Podrías decirle a Amira que quiero hablar con ella? Es algo importante.—Por supuesto, señor. De inmediato le aviso a su esposa para que lo atienda.Alexandra colgó y fue en busca de Amira, quien descansaba en su habitación. Al informarle que Abdul estaba en la línea, la mujer se apresuró a tomar el teléfono con una sonrisa en el rostro. Su voz estaba llena de calidez y amor mientras hablaba con su esposo.—Hola, cariño. Qué sorp
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110
La mañana llegó, pero Alexandra no se sentía como siempre. Esa pesadilla que había tenido la noche anterior seguía fresca en su mente, como si cada detalle estuviera grabado en su piel. A pesar de haber despertado hace horas, el recuerdo del pasado pesaba sobre su pecho, opacando cualquier intento de normalidad.Se levantó, se duchó y se vistió con la esperanza de que la rutina diaria la ayudara a distraerse. Pero cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Amira colgada del techo volvía a su mente como un fantasma que no estaba dispuesto a dejarla en paz. Suspiró profundamente, tratando de calmar su mente antes de bajar a la cocina, donde Brenda ya estaba despierta.Brenda, con su barriga prominente, estaba sentada tranquilamente en la mesa, tomando una taza de té caliente. Cuando vio a Alexandra entrar, le dedicó una sonrisa cálida.—Buenos días, Alexandra. ¿Dormiste bien? —preguntó con amabilidad.Alexandra intentó sonreír, pero sabía que su esfuerzo era débil. No quería que Brenda
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