LAURAEl aire entre nosotros parecía cargado de electricidad, y cada roce de sus dedos encendía una chispa dentro de mí. Me acerqué un poco más, mis labios temblando por la cercanía, y sentí cómo su respiración se entrelazaba con la mía. Sin apartar la mirada, su mano recorrió suavemente mi cintura, deslizándose hacia mi espalda mientras yo me acercaba a él, como si algo invisible nos atraía.De repente, sus labios rozaron los míos con suavidad, primero con timidez, como si estuviera esperando una señal. La respuesta no tardó en llegar, y en un impulso, me dejé llevar, abrazando el calor de su cuerpo mientras el beso se profundizaba. Sus manos se movían con certeza, despojándome de las últimas barreras entre nosotros, y, sin que pudiera darme cuenta, ya estábamos en la cama.La suavidad de las sábanas me envolvió, pero lo que realmente me rodeaba era su presencia, su calor, su esencia. Los latidos de mi corazón se aceleraron, al ritmo de sus caricias, cada una más intensa que la anter
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