LAURACuando termina, intenta besarme. Me niego, pero recuerdo el trato. Tengo que obedecer, al menos por ahora. Por dentro, me aferro a un solo pensamiento: nada de lo que haga Martin podrá borrar la primera vez que estuve con Bryan. Esos recuerdos, esos besos y caricias, son míos. Nadie puede quitármelos. —Ven, siéntate aquí —me ordena, señalando sus piernas. Respiro hondo y me monto sobre él, sintiendo cómo sus manos recorren mis piernas, subiendo desde las rodillas hasta las caderas. Cierro los ojos, tratando de ignorar la repulsión que me provoca su tacto. Sus labios se acercan a los míos, y aunque no quiero, sé que no tengo opción. Odio esta palabra: obedecer. Pero por ahora, no tengo más remedio que aguantar. Sin embargo, sé que llegará el momento en que él será el que obedezca. Una orden judicial, una restricción, algo que lo aleje de mí para siempre. Mientras tanto, solo me queda resistir, aguantar sus besos asquerosos y sus manos recorriendo mi cuerpo. Pero no siempre s
Leer más