Los días fueron pasando con normalidad y, tanto Annika como Kian estaban demasiado inmersos en su burbuja como para prestar atención al mundo exterior. Los sentimientos crecían cada vez más, haciéndose más fuertes y sólidos, y el fuego, en lugar de mermar, se hacía mucho más denso cuando sus cuerpos se unían y tomaban sus respectivos roles.—De poder se puede, pero alguno de nosotros tendría que estar al frente de la nueva sede en Londres, el único dilema es: ¿cuál de nosotros viajará y se quedará el tiempo que requiera la apertura de esa sede allá? —inquirió Jolie, mirando a los otros tres socios—. Jeray, tú tienes que quedarte aquí, eres la cara de la empresa y el que tiene mayor autoridad. De mi parte, no puedo viajar, debo estar al frente de mi bufete. Darius... —sonrió divertida—, quisiera verte negociar, pero eso no es lo tuyo.—¿Por qué me quitas méritos de esa manera, mujer? Puedo ser tan eficiente como cualquiera de ustedes. Además, te recuerdo que son mis creaciones las que
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