De ahí en adelante solo tenía noticias suyas en cada cumpleaños, cuando una felicitación aparecía en su FB acompañada de una foto de cualquier lugar del mundo. “Feliz cumpleaños, Gaby,” decía el mensaje, y ella nunca se molestó en seguir una conversación.—Gabriella, te necesitan en la cocina, —escuchó a su espalda la voz que la trajo al presente. Se giró lentamente, parpadeando para alejar los recuerdos que aún flotaban en su menteLa tarde siguiente, Pierre llegó puntual a su cita con Gabriella; al verla, una sonrisa iluminó su rostro. Todos estos años solo le enviaba un escueto saludo de cumpleaños, sintiendo a veces una punzada de tristeza por haberla dejado ir. “¿Fui un cobarde en ese momento?”, se preguntaba, aunque no se arrepent&iacu
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