En el hospital.Cuando Paz abrió los ojos, un estremecimiento la recorrió al instante, el aire frío del hospital le calaba los huesos, pero no era eso lo que la hacía temblar. Fue la sensación de vacío, esa opresión en el pecho que solo se sentía cuando se tenía un miedo profundo.Intentó levantarse, pero se detuvo al ver a Randall sentado junto a ella.La calma de su rostro fue lo que le permitió relajarse mínimamente, pero sus ojos, reflejaba la preocupación, le mostraban la gravedad de la situación.—No llores, no te angusties, Paz, estás bien y las bebés también, pero tu presión arterial está muy inestable. Si sigues bajo estrés, el parto se adelantará, y tu vida corre peligro. Prométeme que te cuidarás, Paz.Su voz grave, cargada de preocupación, fue como un bálsamo y un recordatorio de todo lo que estaba en juego.Paz respiró profundamente, intentando centrarse, pero su mente era un caos.Pensó en sus hijos, en el futuro, que no sabía si podría ofrecerles.Nunca había sentido tan
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