"Selina, ¿has olvidado el protocolo de nuestro reino?", me espetó Ryan con sus ojos dorados encendidos de rabia, su voz sonaba más helada que el mismo invierno.Con una delicadeza casi teatral, ayudó a Saya a incorporarse, rozando su mejilla hinchada con una preocupación exagerada."Discúlpate ahora mismo", me ordenó en voz baja pero firme. "Inclina la cabeza y admite tu error ante todos. Si lo haces, olvidaré este incidente".Tuve que contener una carcajada al recordar la ingenuidad que tenía en mi pasada.En aquella otra vida, al descubrir el engaño de Saya, le escribí detalladamente a Ryan sobre sus manipulaciones, sobre todo cómo usaba su supuesta fragilidad para ganarse el favor de los ancianos."Ten cuidado", le advertí, "cada movimiento de Saya está fríamente calculado".El desenlace fue rápido: al día siguiente, Saya apareció muerta por un supuesto envenenamiento. No fue una farsa esta vez, fue real. Los rumores decían que no pudo soportar la vergüenza y las habladurías.Ryan s
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