Capítulo 3
Como una película que se repite, observé aquella lágrima temblorosa en su ojo, idéntica a la de mi vida anterior.

En ese entonces, me dejé engañar por su fachada de vulnerabilidad y desamparo. Su actuación fue tan convincente que cuando se postró ante mí, me llenó de compasión. Terminé volcándome en ayudarla a ella y a Ryan a conseguir su supuesto "amor verdadero".

Como heredera de la Manada Colmillo de Nieve, mi destino era velar por mi gente. No necesitaba que Ryan fuera el centro de mi universo. Si bien la aparición de Saya me resultó desagradable, mi orgullo permaneció intacto.

Cuando Ryan decidió romper nuestro compromiso, mantuve la compostura. Le ofrecí un consejo sincero, honrando nuestra relación pasada.

"Saya proviene de una manada inferior y no puede hablar. Por más que hayas sobrevivido gracias a ella, jamás será aceptada como Reina por los ancianos ni por los clanes, sin importar cuánto insistas. Solo le traerás más sufrimiento".

"¿Por qué no reconsideras tu decisión? Permítele quedarse en mis tierras como sirvienta por ahora. En el futuro..."

Esa sugerencia quedó flotando en el aire. Más adelante, él tendría libertad de acción.

Esas simples palabras, aunque resolvieron su dilema momentáneo, sembraron mi propia destrucción.

¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf!

Las bofetadas que se dio ella misma resonaron por todo el salón.

En mi vida anterior, no dudé en ayudar a Saya cuando la vi arrodillada.

Esta vez, simplemente observé con frialdad mientras ella se abofeteaba con fuerza y sin dudarlo.

Era un golpe tras otro, creando un sonido que hacía eco en la sala.

Annie tiró suavemente de mi manga, susurrando: "Su Alteza, hoy es su ceremonia de mayoría de edad. El salón está lleno de invitados, si esto continúa..."

El salón del banquete estaba repleto de invitados ese día, muchos de los cuales ya estaban sacando sus celulares, ansiosos por grabar ese espectáculo.

Annie hizo como si fuera a dar un paso adelante, pero puse mi mano en su brazo.

"¿Cuál es la prisa?"

"¡Saya!" La voz de Ryan sonaba baja y peligrosa ahora, con su expresión oscureciéndose.

En solo unos segundos, las mejillas de Saya estaban rojas e hinchadas. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos, haciéndola lucir patéticamente frágil.

Miró a Ryan, luego a mí, mordiéndose el labio mientras continuaba castigándose.

Tomé un sorbo lento de mi vino, mostrándome completamente tranquila.

De repente sentía curiosidad, ¿hasta dónde llevaría este show ridículo?

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