El sonido de la puerta al cerrarse tras ella se sintió como un eco en su pecho. Valeska apoyó la espalda contra la madera, cerró los ojos por un momento y exhaló largamente. La conversación con Theo la había dejado agotada, no tanto por lo que él dijo, sino por la imagen que había proyectado.Nunca imaginó verlo así, nunca pensó que aquel hombre, que siempre se mostró tan altivo y orgulloso, llegaría al punto de arrodillarse ante ella, rogándole con la voz quebrada que le diera una oportunidad. Y, sin embargo, ahí estaba su imagen, se mantenía en su mente, como un recordatorio de lo que había sido y de lo que jamás volvería a ser.Caminó con lentitud hasta la sala, donde encontró a Lisandro sentado en el sofá, con la camisa medio desabrochada y una copa de vino en la mano. Al verla entrar, dejó el vaso sobre la mesa y se incorporó de inmediato. Sus ojos se entrecerraron con preocupación al notar su expresión tensa.—¿Qué pasó? —preguntó sin rodeos, avanzó hasta quedar frente a ella. S
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