CAPÍTULO 31 SIENNA—¡Vamos, Eric! O llegaremos tarde y no quieres que eso suceda, ¿o sí? Veo que el lindo Eric está arreglando sus hermosos rizos dorados. Me dedica una mirada soñadora, esa mezcla de inocencia y profundidad que solo los niños poseen. Cada vez se parece más a su padre; en su cara veo reflejadas las mismas travesuras que él solía hacer. —Claro que no, mami. Pero necesito verme bien en mi primer día. —Cielo, pero si no es tu primer día. —Todos los días lo son, mami. Un día nunca es igual al otro. Eso dice mi maestra. —Tu maestra tiene razón, cariño—respondo, tratando de contener una sonrisa. Wow, él sí que sabía cómo sorprenderme con su madurez. Sus palabras resonaban en mi cabeza, epidérmicas, y me recordaban lo importante que era enseñarle a enfrentar el mundo con optimismo. —Bueno, entonces vamos, porque para mí sí es mi primer día, jovencito—digo, intentando jugar con su entusiasmo. —Está bien—responde él, con un tono que mezcla aceptación y emoción
Leer más