CAPÍTULO 36SIENNA—¡Sí! —dijeron los dos al mismo tiempo. Me siento de Corbin y camino hacia mi auto.—Pensé que podríamos ir en mi camioneta... —menciono, mirando su camioneta parada al otro lado de la calle.—¡Anda, mami, anda! —exclama Eric mientras da saltitos, agarrado de la mano de Corbin.—Pero mi auto...—Siempre puedo traerlos de regreso aquí o puedo venir a buscarlo más tarde y llevártelo a tu residencia. —Paso tiempo decidiendo o fingiendo pensar, cuando la respuesta es obvia.—Bien, pero tú lo vendrás a buscar y me lo llevarás. —Ambos tomamos la mano de Eric y cruzamos la calle. Me sorprende ver un asiento para niños en la camioneta. Frunzo el ceño hacia Corbin.—¿No pensaste que esto pondría a Eric en peligro?—No, absolutamente no. —Me muevo al asiento del pasajero en completo silencio, y Corbin toma el volante y enciende la camioneta. Sin poder evitarlo, reviso el auto en busca de señales de mujeres, pero no encuentro nada y huele extremadamente limpio. Corbin y Eric c
CAPÍTULO 37SIENNA—¿Lo harás? —Sí. —¿Corbin lo sabe? —No. Estoy pensando en los sentimientos de un niño de cinco años y no en los de un hombre de veintisiete, Graham. —Entiendo. —Es verdaderamente difícil para mí tener que decirle a Eric que Corbin es su verdadero padre...—¿Corbin es mi papá? —una diminuta voz nos interrumpe desde el pasillo. Graham y yo giramos a verlo. Eric luce unos ojitos azules muy abiertos, se ve tan pequeño e indefenso que quiero abrazarlo y protegerlo siempre de este mundo tan cruel. —Ven aquí, bebé. —me levanto y abro los brazos; él corre hacia mí y lo cargo. —Vamos a tu habitación. Necesito hablar contigo. Dile adiós al tío Graham.—Hasta mañana, tío Graham. —Descansa, pequeño. Camino con Eric en mis brazos hasta su habitación y lo dejo con cuidado en su cama. Él solo me mira a la espera. Me siento a su lado y busco la manera de decirle. —Verás, cariño, Corbin no sabía que tú eras su hijo hasta hace unos días. —¿Tengo un papá? ¿Te vas a c
Capítulo 38SIENNA—Oye, campeón, a mí también me gusta que seas mi hijo. Tengo que disculparme contigo y con tu mamá porque no sabía que tenía un hijo tan maravilloso e inteligente. —Eric sonríe, volviendo a hacer lo mismo—. Tal vez algún día puedas... —se agacha para susurrarle algo al oído. Eric sonríe y mueve la cabecita de arriba abajo varias veces.—¿Te gusta la idea? —Sí. —¿Qué idea? —pregunto, a la defensiva.—Mami, papá me estaba diciendo que tiene un barco y una casa en la playa. ¿Podemos ir a pescar con él? Y me enseñará a navegar. —Estupefacta, lo miro. ¿A qué diablos está jugando? ¿Y por qué Eric le estaba diciendo papá tan rápido? Ahora me daba cuenta de lo mucho que mi niño deseaba a su papá.—Cariño... —Podemos ir siempre y cuando a—Oh, vaya, gracias por tomar en cuenta mi opinión y no conspirar en mi contra. —Me hago la dolida. Eric baja de su silla y viene a mí para que lo cargue.—Ya, mami, ya. Yo solo quiero ir porque nunca hemos ido de pesca. —Me hace carita d
CAPÍTULO 39SIENNAAcuesto a Eric en la cama, lo arropo y le doy un beso de buenas noches. Enciendo la lámpara de carro en la mesita de noche y dejo la puerta entreabierta antes de salir. Camino hasta la última puerta para ver mi habitación. Cuando la abro, me encuentro con un generoso baño, más grande que mi apartamento. Quizás estaba exagerando un poco, pero realmente es grande; todas las paredes tienen cerámicas en azul oscuro y claro, creando la apariencia del mar. Un jacuzzi se encuentra en una esquina y la ducha, con lámparas de cristal, está al lado. Hay un simple lavabo blanco con un mesón de cerámica azul, y el retrete tiene una media pared que aísla la vista de quien se esté duchando o en el jacuzzi. De pronto, todas las alarmas suenan en mi cabeza: ¡no hay una habitación para mí! Saliendo del baño, bajo las escaleras. —¡Corbin! ¡Corbin, creo que hay un problema! —la sala de estar está vacía, únicamente con la maleta de Eric al pie de las escaleras; el resto de mis cosas
CAPÍTULO 40SIENNA—¿Qué te enseñó este hombre? —La realidad. —Correcto, no me lo dirás. —Algún día lo haré, cuando esté segura de que nunca me dejarás. Abro la boca para decirle que no lo dejaré, pero eso podría ser tomado como desesperación y una forma de que él me lo diga. Así que, en su lugar, le pregunto:—¿Aún tienes comunicación con él? —Por supuesto. Él es, técnicamente, mi padre ante los ojos del gobierno. —¿Lo conoceré algún día? —Me gustaría que no, pero él hará que ese encuentro suceda. —¿Por qué no? —Ben puede llegar a ser un hombre difícil, pero es un buen sujeto. Ya lo conocerás. —Bueno, no hay apuros.Nos quedamos en silencio un rato más.—Vamos a comer —ofrezco, porque sé que si continúo hablando de él, probablemente termine fallándolo. —Bien, comamos.Me subo a la cama y me acomodo a su lado. Para mi sorpresa, él me alimenta a mí, haciéndome parecer una niña.—Corbin, puedo comer sola. —Solo déjame disfrutarte. Esto solía gustarte.Mis mejillas
CAPÍTULO 41SIENNA—Gracias, pero debo volver. —¿Quién te llamó? —Corbin arquea una ceja. —Así que estabas despierto, pensé que dormías —me encojo de hombros y miro las olas rompiéndose contra unas piedras más abajo de donde me encuentro—. Ha sido mi madre; es que mi padre no aparece. No es la primera vez que esto sucede. Bueno, quiero decir que es la primera vez que lleva más de una semana. Siempre desaparece dos o tres días y regresa. Es así desde que quedé embarazada de Eric. —¿Qué quieres decir con eso? —No sabría cómo explicártelo. Cuando tú y yo comenzamos a salir, todo iba bien. Incluso papá sabía que tú y yo éramos novios y no me dijo nada. Pero creo que todo cambió cuando quedé embarazada. Es una reacción normal, supongo. En ese momento, se alejó de nosotras; comenzó a llegar tarde a casa, se excusaba constantemente diciendo que tenía más trabajo y desaparecía durante dos o tres días, dependiendo de su humor... Pero lo que más me molesta es que se aleje de ella. Mi ma
CAPÍTULO 42SIENNA—Está bien, ve. Yo cuido de Eric, cualquier cosa me estás avisando, Sienna.—¿Sí?—No quiero sonar como una perra, pero, ¿no tendrá una amante? —Entonces somos dos las perras. Debo irme, no olvides recoger a Eric a las dos. —cuelgo la llamada, y vuelvo a mi trabajo. Hoy me tocaba trabajar horas extras por el fin de semana que falté. A las siete de la noche me dirigía en mi auto a un lugar que no creía que volvería otra vez. El restaurante se encontraba casi lleno para cuando entré en él. Me dirigí al bar más allá del restaurante donde el ruido era más fuerte y los hombres bebiendo y riendo ocupaban el lugar un lunes por la noche. Senté mi cansado cuerpo en un taburete giratorio, no había tenido tiempo de cambiarme cuando salí corriendo de la clínica. El bartender se acerca a mí para tomar mi orden.—Buenas noches que va... ¿Maddie? ¿Eres tú? —Hola Tony, tiempo sin saber de ti. —Maldición, solo mirate, están tan jodidamente sexy y cambiada. —Gracias —le sonreí—.
CAPÍTULO 43SIENNA Dejo la puerta abierta y arrojo mi cartera al mueble de la esquina, me acerco a ella viendo rojo de rabia. ¡Maldita puta de mierda!Levanto mi mano derecha y la estampo con fuerza en su mejilla, Tara abre los ojos sorprendida y desorientada. Cuando me ubica su rostro cambia a uno asesino. —¡¿Que carajos?! —se levanta y en lugar de acomodarse la ropa ella me devuelve la cachetada, y la perra pega duro, no lo negaré. Pierdo estabilidad cuando me empuja hacia atrás, me agarro de la pared al tiempo que saboreo el sabor de la sangre en mi boca. Sonrío cuando veo mis dedos llenos de sangre.—No sabes cuánto tiempo he esperado por este momento.—¿Quién demonios eres? —pregunta ella sin poder reconocerme, me estabilizo mejor levantando mis brazos lista para luchar.—¿El nombre de Maddie te suena? —Perra —sí, ella me reconoció. Me lanzo contra ella esquivando sus estúpidas cachetadas y conecto mi puño en su estómago sacándole el aire, la agarro por los cabellos y la jalo