CAPÍTULO 33SIENNA —¡Corbin! —Eric sale corriendo directo a los brazos de un Corbin estupefacto por la repentina sorpresa de que se arroje a ellos. Por suerte, reacciona rápido y lo carga, elevándolo en el aire.—Hola, campeón. —Eric ríe antes de abrazarlo—. ¿Cómo sigue ese brazo?—Ya no me duele casi. Mamá dice que poco me lo quitan. —Me alegra escuchar eso, pequeñín. —Ambos se dirigen a la cocina—. He traído algo para ti.—¿Qué? —pregunta Eric, ansioso.—¡Eric! —lo regaño.—Lo siento.—Tranquilo, campeón. —dice Corbin, dejando al niño en el suelo y acuclillándose al mismo tiempo para intentar estar a su altura. Luego, se descuela la mochila que lleva en un hombro y la deja en el suelo antes de abrirla—. Cierra tus ojos y extiende una mano.Eric rebota emocionado, mientras yo, por otro lado, me muero de los nervios. ¿Qué demonios estaba haciendo él aquí? Corbin saca algo de la mochila, que no logro ver porque está de espaldas a mí, pero el grito inconfundible de la emoción de Eric
CAPÍTULO 34SIENNA—Sí que lo es. —No veo dónde lo sea. Desapareces unos días y pretendes volver como si nada. Las cosas no funcionan de esa manera, Hunt. —¿Entonces cómo? Dime cómo es y lo haré. Siempre y cuando no implique alejarme de ustedes, porque no lo estoy haciendo. —Suspiro, las palabras queriendo brotar de mi boca como una cascada. —Sé que te dedicas a cosas ilegales, Corbin, y no quiero esa mierda cerca de mi hijo. Para que esto pueda funcionar, debes hablarme con la verdad. —¿De qué mierda ilegal estás hablando? —Arqueo una ceja, ¿realmente pensaba que yo era tonta? Se quita de la pared y viene hacia mí. —No soy sorda, Corbin. Gracias a que siempre preferían tenerme en la cocina, debía pasar por tu oficina y... yo... yo como que escuchaba. —¡Mierda! ¿Me podía hundir más ahora? Trato de relajarme; ya las cartas estaban sobre la mesa y era momento de acabar con toda esta mierda de una vez por todas. —Llegué a escuchar sobre unas carreras o algo así, no importa.
CAPÍTULO 35SIENNA—Demuéstralo. —Me aparto de él y camino por el pasillo sin mirar hacia atrás ni una sola vez. No escucho nada, así que supongo que se ha ido. Toqué el timbre de la señora Virginia y, pocos segundos después, la puerta se abre. Eric sale corriendo hacia mí con su muñeco.—¡Mami!—Vamos a casa, mi amor. —Lo abrazo y le doy un beso en la mejilla—. Gracias por cuidar nuevamente de Eric, señora Virginia.—No hay de qué, hija. Ya te dije que me gusta cuidar de él. Y deja de decirme señora, puedes tutearme. —Le sonrío.—Lo intento, juro que lo hago...—¡Corbin! —El grito de Eric me sobresalta. Sale corriendo hacia los brazos abiertos de Corbin, que lo espera. Él lo alza en brazos, haciendo piruetas con Eric. Mi corazón se acelera de una manera antinatural.—Vaya, no sabía que tu esposo fuera tan guapo. Ya veo de dónde sacó el pequeño Eric su encanto.—¿Qué? —Mis ojos se abren como platos y mis mejillas se sonrojan. Cuando giro para decirle lo equivocada que está, ella está
CAPÍTULO 36SIENNA—¡Sí! —dijeron los dos al mismo tiempo. Me siento de Corbin y camino hacia mi auto.—Pensé que podríamos ir en mi camioneta... —menciono, mirando su camioneta parada al otro lado de la calle.—¡Anda, mami, anda! —exclama Eric mientras da saltitos, agarrado de la mano de Corbin.—Pero mi auto...—Siempre puedo traerlos de regreso aquí o puedo venir a buscarlo más tarde y llevártelo a tu residencia. —Paso tiempo decidiendo o fingiendo pensar, cuando la respuesta es obvia.—Bien, pero tú lo vendrás a buscar y me lo llevarás. —Ambos tomamos la mano de Eric y cruzamos la calle. Me sorprende ver un asiento para niños en la camioneta. Frunzo el ceño hacia Corbin.—¿No pensaste que esto pondría a Eric en peligro?—No, absolutamente no. —Me muevo al asiento del pasajero en completo silencio, y Corbin toma el volante y enciende la camioneta. Sin poder evitarlo, reviso el auto en busca de señales de mujeres, pero no encuentro nada y huele extremadamente limpio. Corbin y Eric c
CAPÍTULO 37SIENNA—¿Lo harás? —Sí. —¿Corbin lo sabe? —No. Estoy pensando en los sentimientos de un niño de cinco años y no en los de un hombre de veintisiete, Graham. —Entiendo. —Es verdaderamente difícil para mí tener que decirle a Eric que Corbin es su verdadero padre...—¿Corbin es mi papá? —una diminuta voz nos interrumpe desde el pasillo. Graham y yo giramos a verlo. Eric luce unos ojitos azules muy abiertos, se ve tan pequeño e indefenso que quiero abrazarlo y protegerlo siempre de este mundo tan cruel. —Ven aquí, bebé. —me levanto y abro los brazos; él corre hacia mí y lo cargo. —Vamos a tu habitación. Necesito hablar contigo. Dile adiós al tío Graham.—Hasta mañana, tío Graham. —Descansa, pequeño. Camino con Eric en mis brazos hasta su habitación y lo dejo con cuidado en su cama. Él solo me mira a la espera. Me siento a su lado y busco la manera de decirle. —Verás, cariño, Corbin no sabía que tú eras su hijo hasta hace unos días. —¿Tengo un papá? ¿Te vas a c
Capítulo 38SIENNA—Oye, campeón, a mí también me gusta que seas mi hijo. Tengo que disculparme contigo y con tu mamá porque no sabía que tenía un hijo tan maravilloso e inteligente. —Eric sonríe, volviendo a hacer lo mismo—. Tal vez algún día puedas... —se agacha para susurrarle algo al oído. Eric sonríe y mueve la cabecita de arriba abajo varias veces.—¿Te gusta la idea? —Sí. —¿Qué idea? —pregunto, a la defensiva.—Mami, papá me estaba diciendo que tiene un barco y una casa en la playa. ¿Podemos ir a pescar con él? Y me enseñará a navegar. —Estupefacta, lo miro. ¿A qué diablos está jugando? ¿Y por qué Eric le estaba diciendo papá tan rápido? Ahora me daba cuenta de lo mucho que mi niño deseaba a su papá.—Cariño... —Podemos ir siempre y cuando a—Oh, vaya, gracias por tomar en cuenta mi opinión y no conspirar en mi contra. —Me hago la dolida. Eric baja de su silla y viene a mí para que lo cargue.—Ya, mami, ya. Yo solo quiero ir porque nunca hemos ido de pesca. —Me hace carita d
CAPÍTULO 39SIENNAAcuesto a Eric en la cama, lo arropo y le doy un beso de buenas noches. Enciendo la lámpara de carro en la mesita de noche y dejo la puerta entreabierta antes de salir. Camino hasta la última puerta para ver mi habitación. Cuando la abro, me encuentro con un generoso baño, más grande que mi apartamento. Quizás estaba exagerando un poco, pero realmente es grande; todas las paredes tienen cerámicas en azul oscuro y claro, creando la apariencia del mar. Un jacuzzi se encuentra en una esquina y la ducha, con lámparas de cristal, está al lado. Hay un simple lavabo blanco con un mesón de cerámica azul, y el retrete tiene una media pared que aísla la vista de quien se esté duchando o en el jacuzzi. De pronto, todas las alarmas suenan en mi cabeza: ¡no hay una habitación para mí! Saliendo del baño, bajo las escaleras. —¡Corbin! ¡Corbin, creo que hay un problema! —la sala de estar está vacía, únicamente con la maleta de Eric al pie de las escaleras; el resto de mis cosas
CAPÍTULO 40SIENNA—¿Qué te enseñó este hombre? —La realidad. —Correcto, no me lo dirás. —Algún día lo haré, cuando esté segura de que nunca me dejarás. Abro la boca para decirle que no lo dejaré, pero eso podría ser tomado como desesperación y una forma de que él me lo diga. Así que, en su lugar, le pregunto:—¿Aún tienes comunicación con él? —Por supuesto. Él es, técnicamente, mi padre ante los ojos del gobierno. —¿Lo conoceré algún día? —Me gustaría que no, pero él hará que ese encuentro suceda. —¿Por qué no? —Ben puede llegar a ser un hombre difícil, pero es un buen sujeto. Ya lo conocerás. —Bueno, no hay apuros.Nos quedamos en silencio un rato más.—Vamos a comer —ofrezco, porque sé que si continúo hablando de él, probablemente termine fallándolo. —Bien, comamos.Me subo a la cama y me acomodo a su lado. Para mi sorpresa, él me alimenta a mí, haciéndome parecer una niña.—Corbin, puedo comer sola. —Solo déjame disfrutarte. Esto solía gustarte.Mis mejillas