Lo único que se oyó después fue un grito. Dentro, el conductor se quitó las gafas oscuras en cuanto se dio cuenta de lo que había hecho mientras Lucian ni siquiera podía pestañear. Tal vez no había sido culpa del conductor, pero al final, el resultado era el mismo, una mujer había sido atropellada por un coche y ninguna de las personas que estaban dentro era consciente de lo grave que podía haber sido el golpe. —¿Qué demonios has hecho?— gritó Manuel, el amigo de Lucian.—¡No lo sé, señor, no lo sé, ha cruzado la avenida sin mirar!—. Dijo el hombre completamente aterrado. No sabía si la había matado. —¡Salga del maldito coche y vea qué ha pasado!—. Ordenó Manuel. Sin más dilación, el hombre se bajó para ver lo que había hecho. Justo detrás del conductor, Manuel se bajó y, unos segundos después, Lucian hizo lo mismo. Por supuesto que había sido un accidente, por supuesto que Manuel sabía cómo recompensar esa desgracia a la persona que estaba en el suelo, pero lo cierto era que
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