Sus ojos brillaban bajo las sábanas. De repente, Valentina soltó una carcajada.—¿De qué te ríes?—, preguntó Mateo, la voz ronca.—No sé si decir que estoy cansada o no—, respondió ella, con una picardía que lo dejó sin aliento.Era una provocación perfecta, deliciosa.Mateo sonrió y la besó de nuevo....Al día siguiente, en casa de los Méndez.Catalina, feliz y satisfecha, estaba acurrucada en los brazos de Ángel. —Me lastimaste—, lo regañó con cariño.Él le acarició la barbilla. —Ya te llené, ¿no?—, dijo con una sonrisa pícara.—¡Ay, qué pesado!—, respondió ella, riendo.Luciana llamó a Ángel, quien regresó a casa de inmediato, complaciendo a Catalina, que lo había estado esperando con ansias.—Gonzalo se llevó a Valentina, ¿verdad?—, preguntó Ángel, abrazándola.—Sí, ¡esa piedra en el zapato por fin desapareció! Luciana pronto será la señora Figueroa, ¡y tú, suegro del hombre más rico de Nueva Celestia!—, exclamó Catalina.Ángel se rió a carcajadas. —¡Catalina, mi amor, lo has hech
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