Capítulo 95
Ella seguía llamándolo, y su dulce voz hacía que el joven vecino volteara repetidamente a mirar, cautivado.

Mateo, con el rostro sombrío, tuvo que regresar a la habitación.

—¿Por qué tanto llamarme? ¿Estás invocando espíritus o qué? —le dijo molesto a Valentina, quien ya estaba en la cama.

Valentina suspiró. ¡Solo trataba de ayudar!

—Me daré una ducha fría —dijo Mateo, entrando al baño.

Minutos después volvió y se metió en la cama. Se quedaron en silencio mientras aún escuchaban las risas coquetas y ahogadas de la pareja vecina.

Mateo estaba por levantarse de nuevo cuando Valentina, que dormía al borde de la cama, se deslizó hacia él, pegando su cuerpo delicado contra el suyo.

Una suave fragancia lo envolvió al instante. Ambos eran adultos, y en un ambiente tan íntimo, ese acercamiento tenía una clara intención.

Mateo la miró:—¿Qué haces?

Valentina lo miró con ojos brillantes:—¿Tú qué crees?

La nuez de Adán de Mateo se movió visiblemente mientras tragaba. En ese momento, su teléfono vi
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