Capítulo 98
—¡Por favor, señora Méndez, tiene que salvarme! —suplicó Gonzalo, con la voz temblorosa por el miedo— ¡El señor Figueroa me mantenía cautivo y apenas logré escapar! ¡Si me encuentra y me lleva de vuelta, estaré perdido!

Catalina, por supuesto, no dudaría en ayudar a Gonzalo. Después de todo, él era la carta más valiosa que tenía bajo la manga y no podía permitirse que perdiera su utilidad.

—¿Cuál es el siguiente paso, mamá? —preguntó Luciana, expectante.

Ángel mostró su descontento. Justo cuando Catalina finalmente había hecho algo que lo complacía, surgían nuevos problemas —Catalina, ¿qué sugieres?

Catalina miró a Ángel —Cariño, no te enojes, esto aún no termina.

Los ojos de Luciana brillaron —Mamá, ¿se te ocurrió algo?

—Luciana, llama a Joaquín ahora mismo. Él te adora y hace todo lo que dices, ¿no? Es momento de usarlo.

Era cierto que Joaquín quería a Luciana y sinceramente creía que ella y Mateo hacían la mejor pareja.

Luciana asintió —Bien, lo llamaré ahora mismo.

Media hora despu
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