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Todos los capítulos de El juego del desprecio: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Jazziel
Ikaika deja la cajita a un lado. Sus nervios se incrementan, no quiere pensar en quién pueda ser. Más bien no quiere saber que la envió, por un momento se vio tentada a abrirla, pero luego se llenó de valor y la guardó en su escritorio. Cerró sus ojos para meditar, no podía pensar en ese mal hombre. Jaaziel Fusco no merece ningún pensamiento de ella. Volvió a su trabajo dispuesta a comenzar a crear su próxima colección, es muy prematuro pero es como único no piensa en lo que pasó en Roma. Aún se reprocha el haber bajado la guardia. El día concurre con tranquilidad, olvidó por completo el regalo y salió como de costumbre a las cuatro de la tarde. Baja hasta la recepción del edificio cuando lo ve parado en la puerta. Blanqueo sus ojos al ver que este le sonreía como si nada hubiera pasado. —Ikai … esta cambió el rumbo de sus pasos pero Jaaziel logró tomarla del brazo. —Suéltame. —pide entre dientes en un tono amenazante.—No hasta que hablemos. —dice este e Ikaika niega. —Ni en tus
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Perdido
Jaaziel mira a todos lados que no venga gente. Lo mejor de ese edificio es que las personas no se la andan paseando por el recibidor. Ya le dio una buena tajada al guardia para que este no diga nada, sus planes estaban corriendo como él esperaba. Ikaika bajaría y él se la llevaría lejos hasta que logré convencerla de ser pareja. Con ella todo es más difícil. No es llegar y decirle cariño, mi abuelo quiere un bisnieto y quiero que seas tú quien se lo de, o belleza te doy una cantidad de dólares si tienes un hijo para hacer feliz a mi nonno. ¡No! Con su hermoso ángel tiene que jugar al Don Juan. Tiene que hacerse el enamorado para lograr tener un hijo con ella y luego pasaría manutención pues aún es muy joven para atarse a una sola mujer. Jaaziel mira su reloj de muñeca. Habían pasado más de veinte minutos y nada. Mira al guardia quien se encoge de hombros haciéndose el desentendido. —Dame la llave para subir. —El hombre niega. —Usted me pagó para que no diga nada cuando se la l
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Sorpresa
Jaaziel sale del camarote donde deja a Ikaika encerrada para tomar algo de aire, esa mujer le vuela las neuronas como solo abrir su boca. Se siente dolido, sus palabras son puñaladas que esta usa para acabar con el poco razonamiento que tiene. Sube hasta donde está el capitán. — ¿Pasa algo señor Fusco? —pregunta el hombre poniendo el timón en piloto automático, ya están bastante mar adentro es casi imposible que si ella salte sobreviva en las aguas hasta llegar a tierra. —Esa mujer me exaspera. —comenta totalmente frustrado. —¿Puedo saber por qué la ha traído? —pregunta el hombre interesado. Jaaziel lo mira con intensidad. Con alguien debe hablar para sacarse eso que siente. Si se lo cuenta a Adrian este solo se burlara de él. —Necesito conquistar a esa mujer. Sé que la cagué al hacer una apuesta con mi amigo de que la llevaría a la cama, pero aunque me cueste reconocerlo me enamore de ella. Es única, ella es la mujer que me ata a una casa. La amo, pero ella no me cree, ella solo
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Angel
Jaaziel cerró sus ojos y se imaginó lamiendo sus pezones erectos por encima de ese top y gruñó por lo bajo esa mujer lo tiene loco de deseo, ella es perfecta en todos los aspectos y lo dejó con una necesidad absurda de probar su cuerpo como tanto desea. Su miembro latiente tira de su pantalón, trata de disimular su excitación, pues en ese momento no le conviene que ella se de cuenta.—Muero de hambre. —dice Ikaika sacándolo de sus oscuros pensamientos. —Ven cariño. —le señala la puerta donde pasan al comedor. Hala la silla para que Ika se siente, ya estaba todo servido, solo faltaban ellos. — Se ve todo delicioso. —dice con inocencia mientras Jaaziel tenía unos pensamientos cochambrosos. —Bon appetit. —dijo guiñandole un ojo. Desearía que ella fuera el plato principal, pero sería precavido, los puntos que había acumulado no los puede perder en un segundo de debilidad. Desayunaron en paz, ninguno dijo una palabra. Cuando terminaron, Jaaziel la invitó a la sala de la cabaña. Tenían q
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Salud
A cuatro días para el desfile Jaaziel quiere dar un paso. Debe admitir que ha comenzado a sentir cosas muy fuertes por la rubia de hielo. El aún no se explica cómo es que esa mujer puede aguantar los deseos que es evidente que le tiene, pero más se sorprende que no haya buscado otra mujer para cubrir ese campo. Se ha dado cuenta que ninguna otra le provoca tanto como lo hace Ikaika Esa mujer lo tiene hechizado y sin él darse cuenta se ha vuelto fiel a ella a pesar de que no ha querido volver a acostarse con él. Han ido a l cine, ido a cenar, a tomar café, compartido opiniones sobre sus trabajos pero nada de sexo. Eso a pesar de frustrarlo, le hace temer más, pues ya no se ve lejos de la hermosa mujer. En ese momento va camino a buscarla para llevarla a cenar por cuarta vez solo que será totalmente diferente. Esta vez separó un local solo para ellos, donde habla un saxofonista interpretando canciones románticas, habrá un mesero para servir y una decoración digna para su propósito.
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Necesidad
Jaaziel no aguanta más y habla. —Ika, por favor, di algo. —pide poniendo ojitos de gato con botas. —Jaaziel yo no sé, ¿No es muy prematuro? —pregunta Ikaika dudosa, su corazón le gritaba un enorme sí, pero ella es una mujer muy racional. Jaaziel se pone de pie para tomar su rostro entre sus manos. —Amor, yo siento que nos conocemos de toda la vida. Te amo, te deseo y te necesito a mi lado, no puedo quedarme aquí para siempre, pero si quiero llevarte conmigo para nunca volver a separarme de ti. Te amo Ika y te juro que voy a hacerte feliz. —Ikaika cierra sus ojos en el momento que Jaaziel roza sus labios. —Acepto, pero no quiero que nos casemos rápido, al menos unos seis meses a un año, que nos conozcamos bien. —Jaaziel asiente satisfecho. No importa si tiene que esperar un año o un siglo después que esa mujer sea suya. —Claro, como desees, yo vengo y tú vas. Solo quiero saber que eres completamente mía. Sus labios se adueñan de los de ella y como puede pone el anillo de compromi
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tuyo
Roma, ItaliaEl ascensor abre sus puertas. Betzy deja caer su bolígrafo al ver quien había regresado. —Señorita Adriana. —comenta en un susurro. La pelinegra le sonríe.—Hola betzy, vine a ver a mi abuelo, puedes anunciarme. —Betzy asiente sin poder creer que esa mujer estuviera allí. Para nadie es un secreto que la secretaria de los Fuscos goza de gustos peculiares, pues es abiertamente lesbiana y Adriana es asu sueno platonico, claro que sabe que la joven mujer es un sueno inalcanzable, pues no tan solo por su exitosa carrera como modelos sino porque el senor Martin Fusco siempre ha querido que esta se case con un hombre adinerado. —Claro, ya la anuncio. —contesta saliendo de su estupefacción. Adriana estaba más hermosa que la última vez que la vio. Su cuerpo se había reformado, tenía unas curvas muy delineadas. Betzy bajo su mirada al sentir deseos de recorrerlas con su boca. Una corriente de calor corrió por su cuerpo estacionandose en su centro pasional—. Ya puede pasar señorita
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Disfrute
Betzy camina a toda prisa hasta el auto de Adriana, Estaba muy nerviosa, pues sería la primera vez que comparte con ella. La primera vez que la vio ella estaba comenzando a trabajar con los Fuscos y quedó prendada de ella, ya luego la veía en las portadas de revistas y la seguía en sus redes viendo como esta gozaba de una muy buena vida. —Recomiéndame la mejor disco de la ciudad. —pide Adriana poniendo el auto en movimiento. —Yo no soy de salir mucho senorit… —Adriana no le permite seguir mirándola mal. —Vamos a empezar porque me llames Adriana, no me gusta que me hablen de usted. —explica la pelinegra y Betzy asiente. —Esta bien se … Adriana. —concluye Betzy frotando sus manos en su pantalón. —Así está mejor. —sonríe deteniéndose en la luz roja—. Cuéntame, que te gusta hacer. A mi no me gusta venir para acá porque me aburro un mundo. —explica la más joven de las mujeres. —Si, no es que sea tan divertido como debe ser Francia o España. —comenta Betzy sabiendo que esos son a
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Pasarela
Ikaika tenía todo listo, ya las modelos estaban en fila. Ella misma supervisa que todo esté en perfecto orden de momento siente un brazo cruzar su cintura y sonríe como una jovenzuela. —Amor, estoy trabajando. —comenta y Jaaziel niega besando su cuello. —¿Para qué tienes a Grecia? —pregunta pero esta vez es Ikaika la que niega. —Ella es mi secretaria, no lo puedes entender pero yo soy la diseñadora y me gusta que todo quede tal como yo lo deseaba. —explica y Jaaziel la suelta derrotado. —Esta bien tu ganas, pero quiero que sepas que mi abuelo ya llegó. —Ikaika asiente con una sonrisa. —En unos minutos salgo a saludarlos, déjame acomodar todo y voy. —Jaaziel sale del lugar para dejarla trabajar. Desde que ella aceptó su propuesta de matrimonio no se le despega ni un minuto, al punto de pedirle una oficina para trabajar desde allí. No es que a ikaika le estuviera mal, estaba enamorada del hombre y no le molestaba nada de él. ya este le había dicho que su abuelo llegaría acompañado
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19. Un mes despues
Una mes después Los preparativos para mudarse momentáneamente a Roma para hacer la colección que le ayudará a alcanzar más renombre. Giornadono esta muy entusiasta con la idea y Jaaziel esta mas que feliz porque volvería a su tierra con la mujer que se había robado su corazón. No podía haber más felicidad que sentirse pleno y completo. Cada día el pensar en tener un hijo con Ika no le parecía tan descabellado y hasta lo hacía sentir orgulloso, sería un hijo hermoso si se parecía a su madre con la galantería de su padre. Claro que le daría la mejor educación para que sea próspero, no tenía dudas de que Ikaika sería una estupenda madre. Dos semanas atrás se habían hecho la prueba de embarazo casera pero había salido negativa, eso a él no le preocupa pues está seguro que pronto podrá gestar y ese día será un día de celebración. Mira a su mujer cargar unas carpetas. —No, como se te ocurre. —la regaña quitándole las carpetas—. para eso tienes a tus empleados, no puedes estar haciendo fu
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