El silencio en la mansión de los Alarcón era pesado, casi palpable, mientras las sombras de la noche caían sobre el lugar. Aitana estaba en su despacho, tratando de organizar sus pensamientos, cuando el sonido de un golpe en la puerta la sacó de su ensimismamiento. Luis, su fiel mayordomo, entró con una expresión serena pero tensa.—Señorita Aitana, debo hablar con usted —dijo con voz grave, acercándose lentamente.—¿Qué sucede, Luis? —preguntó ella, alzando la vista, notando el cambio en su comportamiento habitual.Luis bajó la mirada por un segundo, como si lo que estaba a punto de decirle pesara sobre su conciencia.—He encontrado un lugar seguro para su hijo, tal como lo pidió —anunció, su voz tranquila—. Está en un sitio donde ni siquiera la Sombra podría encontrarlo. Sin embargo, por razones de seguridad, creo que es mejor que no sepa dónde está exactamente.Aitana frunció el ceño. Algo no estaba bien. Aunque confiaba en Luis, la ambigüedad de su respuesta la puso nerviosa.—¿Po
Leer más