LucíaEl pasillo está sumido en el caos. Los disparos retumban como explosiones cercanas, y el eco de las pisadas apresuradas resuena en mis oídos. Dante camina delante de mí, empujando la silla de ruedas donde Nico, semi despierto, se retuerce nervioso.—¡Mami! —su voz suena débil, rota—. ¿Qué está pasando? ¿Por qué están gritando?Quiero responderle, decirle que todo está bien, pero las palabras no salen. Mi garganta está seca, y el corazón me tarde tan fuerte que siento que se me va a salir del pecho.—Nico, tranquilo. No va a pasarnos nada —murmuro finalmente aunque ni yo me creo mis palabras, pero estoy intentando parecer calmada.—¡Mami! —la débil voz de Nico me llega como un cuchillo al corazón—. Mami, tengo miedo...—Tranquilo, mi amor, todo estará bien —le digo, aunque siento que me estoy desmoronando por dentro.Dante se gira levemente y, con su tono imperturbable, dice:—Nico, recuerda lo que te dije. Los Moretti no se rinden. ¿Puedes aguantar un poco más?Mi hijo lo mira c
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