—Los gastos médicos te los puedo reembolsar.—Daniel, espero que aprendas a comportarte.—Mi hermana tiró tus flores y tú la agrediste. Te dejo estas diez gardenias como compensación.—A partir de ahora, puedes vivir con tus gardenias.—Y espero que controles tus manos y no vuelvas a tocar a mi hermana ni a mi cuñado.—Si algo similar vuelve a ocurrir, puedes despedirte de esas costillas.Carlos se marchó impasible, dejando a Daniel solo con una habitación llena de gardenias.Daniel yacía furioso en el suelo, sus dedos apretándose gradualmente, sus ojos oscurecidos. Cuando la habitación se quedó en silencio, se levantó lentamente apoyándose en el escritorio y cojeó hasta el baño, donde se miró al espejo su rostro magullado.Escupió sangre, se limpió la cara con una toalla y, al girarse para salir, vio el llavero de Minnie de María en el lavabo.Lo tomó, mirando fijamente el pequeño muñeco rosa, y sintió un dolor punzante e inesperado en su corazón.Al levantar la vista, se dio cuenta d
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