—Andrés, gracias por defenderme hace un rato —dijo Ana desde el asiento trasero durante el viaje de regreso—. No sabía que mamá le había hablado a la señora sobre esto, casi me muero del susto. Menos mal que me ayudaste, si no, no hubiera sabido qué hacer. No quiero casarme tan pronto.Andrés, concentrado en conducir, solo respondió con un suave "ejem".Aunque su actitud parecía indiferente, Ana sabía que así era su personalidad, por lo que no le dio importancia. Se volvió hacia Sonia, que iba en el asiento del copiloto: —Por cierto, Sonia, ¿qué te dijo la señora cuando te llevó arriba?—Nada importante —respondió Sonia, sin molestarse siquiera en fingir interés.Ana frunció los labios disgustada, pero rápidamente cambió de tema: —Bueno, oye Sonia, ¿sabías que Santiago va a volver al país?Estas palabras provocaron un cambio visible en la expresión de Sonia.Justo en ese momento, el semáforo se puso en rojo. Andrés frenó el auto. Aunque la frenada no fue brusca, Sonia, que estaba distr
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