Sonia permanecía sentada en el asiento del copiloto. Aunque creía haberse vuelto lo suficientemente insensible, sintió una punzada de dolor en el corazón, como si algo la estuviera mordiendo por dentro.De repente, recordó algo que había sucedido mucho tiempo atrás, poco después de su regreso a los Fuentes. Lo recordaba con claridad: estaba lloviendo aquel día cuando su madre fue a recogerlas a ella y a Ana de la escuela. Durante el trayecto, sufrieron un accidente. Aunque no fue grave, el conductor, al intentar esquivar un vehículo, se estrelló contra una jardinera. En ese momento, Sonia se golpeó la cabeza contra el cristal y quedó semiconsciente, pero incluso en ese estado, vio claramente cómo su madre la ignoró para abrazar a Ana entre lágrimas. Fue entonces cuando comprendió que si la habían buscado era únicamente por la sangre que corría por sus venas, pero Ana era realmente la hija que adoraban. Después de entender esto, Sonia se forzó a olvidar el incidente, pues cada vez que l
¿Eres feliz? Sonia no recordaba cuándo fue la última vez que alguien le había preguntado algo así. Incluso ella misma había olvidado preguntárselo. La respuesta era evidente, pero aun así respondió sin dudar: —Estoy bien.—Me alegro —dijo Santiago, pero pronto se quedó callado.—Si no hay nada más, voy a colgar —dijo Sonia.—Está bien —respondió Santiago con naturalidad, pero cuando Sonia estaba por colgar, añadió—: Lamento haberme ido sin despedirme aquella vez, pero durante estos años en el extranjero, te he echado mucho de menos.—Es tarde, descansa —respondió ella antes de colgar.Sonia permaneció en las escaleras sosteniendo el teléfono por un momento antes de regresar lentamente a su habitación. Esa noche, Andrés no la buscó, pero aun así no pudo descansar bien. Probablemente por la llamada de Santiago, estuvo soñando toda la noche.En su sueño, volvía a aquellos primeros días después de regresar a los Fuentes. Sus padres organizaron una grandiosa fiesta de bienvenida, pero pocos
La personalidad de Sonia, que los demás veían como rígida y sombría, rara vez mostraba fluctuaciones emocionales. Pero ahora parecía una pequeña bestia acorralada al borde de un precipicio, que había retraído su suave pelaje para mostrar sus garras.Sin embargo, esta amenaza no significaba nada para Andrés, quien ni siquiera se molestó en responderle. Simplemente la levantó de la cama y comenzó a vestirla él mismo. Aunque Sonia intentó empujarlo, la diferencia de fuerza era demasiado grande, y finalmente se dejó arrastrar escaleras abajo.—Señor, señora... —Daniela, que ya estaba abajo, se quedó visiblemente perpleja ante la escena. Al verla, Sonia rápidamente contuvo sus emociones y dejó de resistirse, permitiendo que Andrés la llevara hasta la puerta.Cuando el auto se alejó lo suficiente, Sonia se fue calmando gradualmente. Después de respirar profundo, miró a quien tenía al lado: —No necesitamos ir al hospital, yo misma le explicaré a tu madre. Sé que estás ocupado, no hace falta q
El anciano, pese a su vasta experiencia, se sorprendió al escucharla. Después de todo, quienes venían a consultarlo buscaban tener hijos, y aquí estaba Sonia admitiendo que tomaba anticonceptivos.El curandero miró instintivamente a Andrés, quien evidentemente tampoco sabía esto y ahora fruncía el ceño.—Bien, entonces desde ahora deje de tomarlos —se recuperó rápidamente el anciano—. Le recetaré unas hierbas para fortalecer primero su cuerpo.Sonia permaneció en silencio, pero tomó rápidamente la receta cuando se la entregó.—Gracias —dijo antes de marcharse sin mirar atrás, con Andrés siguiéndola.Sonia sabía que él no tendría tiempo para ocuparse de ella, así que al salir del hospital se dispuso a tomar un taxi, pero Andrés la sujetó.—Sube al auto —su voz era gélida, igual que su mirada.—No hace falta, tomaré un taxi.—Sonia, te dije que subas al auto.Su expresión se oscurecía y no era apropiado forcejear en la entrada del hospital. Después de mirar alrededor, Sonia finalmente ab
Finalmente, Andrés no llevó a Sonia de vuelta a la mansión. Después de dejar clara su posición, la dejó en una esquina cualquiera.Antes de que Sonia pudiera estabilizarse, él ya había pisado el acelerador. El Porsche negro se deslizó junto a ella sin la menor vacilación.Sonia ya estaba acostumbrada, pero aun así apretó los puños, clavándose las uñas en la piel. El leve dolor era una advertencia para sí misma: no albergar más ilusiones sobre él.Ya que estaba fuera, decidió dar un paseo. Sin embargo, su suerte no fue buena, pues apenas entró al centro comercial chocó de frente con alguien.—Vaya, ¿no es la señora Campos? —dijo Camila con una sonrisa burlona—. Qué raro verte, pensaba que eras demasiado etérea como para ir de compras.Como mejor amiga de Ana, Camila era quien más se enfrentaba a Sonia. Mientras otros se habían moderado después de la boda, ella se había vuelto más agresiva, considerando que el título de señora Campos debería haber sido para su amiga.Cuando Sonia intentó
Ante las palabras de Camila, Sonia soltó una risa.—¿De qué te ríes? —preguntó Camila, borrando su sonrisa y frunciendo el ceño. Sus mejillas se tornaron ligeramente rosadas, una mezcla de vergüenza e ira.—Camila, si no tienes nada que hacer, deberías estudiar más —respondió Sonia—. De lo contrario, no solo careces de educación, sino que tus palabras son ridículas. Eres... tonta y malvada.Si antes Sonia había ocultado algo de su sarcasmo, ahora insultaba directamente a Camila, quien palideció de rabia. Sus ojos brillaban con una mezcla de humillación y desprecio, como si cada palabra de Sonia fuera una bofetada invisible.Cuando Sonia intentó pasar junto a ella, Camila la agarró del cabello. El tirón fue brusco, provocando que algunos mechones se desprendieran.—¡¿Cómo te atreves a criticarme, campesina?! ¡Mírate! ¿Crees que por subir de posición te has convertido en un pavo real? Tú...Antes de que Camila terminara, Sonia se giró y le dio una bofetada seca y contundente. El sonido r
—¡Sonia! —exclamó Ana rápidamente, agarrándole la mano—. ¿Estás enojada? Mamá no quiso decir eso, todo es mi culpa, fue un accidente...—De todos modos, no te preocupes, definitivamente me mudaré de tu casa y no te molestaré más a ti y a Andrés...—Bueno, está bien —respondió Sonia con total desenvoltura. Regina no pudo evitar fruncir el ceño, mientras en los ojos de Ana se notaba una clara expresión de asombro.—Me voy —dijo Sonia sin darle importancia, soltándose de un tirón y marchándose. La voz de Ana, entrecortada por el llanto, llegó desde atrás.—Mamá, ¿qué voy a hacer? Sonia definitivamente me odia... En ese momento, Sonia estuvo tentada a darse la vuelta y responderle: sí, efectivamente te odio. Pero ese pensamiento se desvaneció de inmediato, sabía que semejante respuesta podría costarle una bofetada de Regina.Después de todo, no era la primera vez que sucedía. Al principio, Sonia no entendía por qué la trataban así, siendo ella su hija biológica. Luego comprendió que su ori
Sonia se sobresaltó y, de forma instintiva, se cubrió rápidamente con la ropa. Luego, frunció el ceño mirando al recién llegado. Andrés tampoco tenía un semblante agradable. Se miraron fijamente, más parecidos a enemigos que a una pareja.—Si no hay nada importante, por favor sal. Quiero dormir —fue Sonia quien rompió el silencio.Para su sorpresa, Andrés no la increpó, sino que se dio media vuelta y dijo secamente: —Déjame el mediodía libre mañana.—¿Para qué? —preguntó Sonia inmediatamente.Andrés no respondió. Entonces Sonia añadió: —Si es para que vaya a disculparme con Ana, te aseguro que no lo haré.Esta vez, Andrés sí se detuvo. Su reacción confirmaba exactamente lo que Sonia había sospechado. Apretó los puños.—Sonia, esa es tu hermana —dijo Andrés con el rostro inexpresivo.—No tengo hermana. Además, ella se cayó sola, ¿por qué habría de disculparme?—¿Y qué hiciste bien? —Andrés se burló—. ¿Pelearte en público? ¿Sabes siquiera cuál es tu posición?—¿Mi posición? ¿La de una ni